Varios días hemos empleado en recorrer la Región de Los Lagos y la Región de los Ríos, pues cada pueblo de los cientos que hay por allí tiene puntos interesantes por conocer. Finalmente, como era imposible hacerlo todo, hemos optado por la ruta Puerto Varas – Frutillar – Valdivia.
En toda la zona hay una cultura germánica muy notable, pues en el s. XIX llegaron aquí más de 30.000 inmigrantes alemanes. Todavía hoy se puede comer Kuchen (pastel) por todas partes y se cultiva la tradición de fabricar cerveza artesanal. Se ve que en Chile hay 27 colegios alemanes, lo que es mucho para un país de 17 millones de habitantes.
Las casas de por aquí se ven generalmente muy cuidadas, y en pueblos remotos y pequeñísimos como Frutillar, por ejemplo, se erige un auditorio de más de 1.000 butacas sobre un lago que trae a las mejores orquestras y a los más grandes bailarines del mundo. ¿Cómo es posible? Pues gracias a la iniciativa de unos entusiastas de la música de origen alemán, que financiaron casi en su totalidad la construcción del recinto para dar buena acogida a los artistas invitados a la Semana de la Música de Frutillar. Hoy el Teatro del Lago es mucho más que eso. Emplea a 54 personas, trae a artistas de talla mundial durante todo el año, ofrece conciertos baratos y gratuitos para que pueda acceder toda la población y promueve clases baratas de música para los niños de la zona. Sin contar con la industria turística que ha generado en su entorno. Y encima, según dicen, antes de cinco años van a recuperar la inversión por medio de la venta de entradas y la financiación de butacas. Uno paga 800 dólares y en uno de los asientos se pone una plaquita con el nombre del mentor.
Después de Frutillar nos dirigimos a Puerto Varas, donde hay que destacar las alucinantes vistas sobre el puntiagudo volcán Osorno, que se parece mucho al monte Fuji de Japón. Para verlo bien nosotros fuimos hasta el Lago de Todos los Santos (y olé!) y de allí emprendimos otra de nuestras caminatas hasta un mirador. Esta pateada no la recomendamos, pues aunque el volcán se ve más de cerca, el rutinario y pesado camino no compensa. Hubiese valido más la pena alquilar una barca barata (a cuatro dólares por persona) para ver el volcán y el monte Tronador desde el Lago.
En la siguiente parada, Valdivia, encontramos dos interesantes sorpresas: lobos de mar a un metro de nosotros en una plataforma sobre el río que recorre la ciudad (¡nunca los habíamos visto tan cerca y son enormes!) y un Jardín Botánico absolutamente precioso, que además sirve de Campus a los estudiantes de la Universidad Austral. Además de eso, en el mismo día nos dio tiempo a visitar Niebla y sus tres fuertes colocados estratégicamente a ambos lados del río y en una isla para defender Valdivia. Un poco más allá, andando, llegamos a una bonita playa, ya en el Pacífico. Y de vuelta a la ciudad, paramos en la fábrica de cerveza Kunstmann para hacer una cata de 9 tipos de cerveza. Tranquis, que se trataba de chupitos, pero aun así salimos contentos y cantando el “Lorelaihihi”…
Un pianista loco en Frutillar
El Teatro del Lago por fuera
Y por dentro... ¡es enorme y además tiene un anfiteatro con vistas al lago y al volcán!
El Volcán Osorno desde los Saltos de Petrohué
El plátano se está cnvirtiendo en nuestra fruta estrella
El Osorno en todo su esplendor
Aquí en la consigna todo tiene su precio... ¿Qué dejamos hoy, el parabrisas, la motosierra, la podadora o el neumático?
En Valdivia los lobos están en el medio de la ciudad...
así que puedes observarlos durante horas
y de muy cerca...
En caso de emergencia, romper el vidrio... un souvenir muy extendido por aquí...
(en honor a los fumadores)
Algunos estudiantes se relajan en el maravilloso Jardín Botánico de Valdivia...
mientras otros protestan, ya que con la excusa de la reconstrucción del terremoto de 2010, a muchos les han quitado las becas... están que trinan con Piñera, o Piraña, como le llaman algunos
Llegamos a Niebla y entendemos el origen del nombre del lugar
Y cuatro pasos más allá estamos en una tranquila playa del Pacífico
Olas pacíficas
pero hay que estar atentos por si acaso...
De regreso a Valdivia, cata de cervezas en la fábrica Kunstmann
¡¡¡Lorelaihihi!!!
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