20 de septiembre de 2012

Rio de Janeiro, el perfecto inicio y final de nuestra ruta por Sudamérica


Volvemos a Rio de Janeiro, el punto inicial de nuestra ruta circular y el mejor lugar para acabarla. La ciudad más alucinante e impresionante que conocemos. Sólo teníamos un día y, como queríamos tranquilidad, lo pasamos en el barrio y la playa de Urca, con vistas al Pan de Azúcar.

En compañía de Oswaldo, un chico venezolano que conocimos, curiosamente acabamos subiendo al Morro de Urca por el mismo sendero que habíamos tomado en nuestro primer día en Sudamérica. Los monos volvieron a salir a recibirnos. Se cerraba el círculo de la mejor manera posible.

Echando la vista atrás, es un buen tute el que nos hemos pegado en los últimos siete meses. Son miles de kilómetros recorridos en cientos de transportes por ocho países. Son innumerables las caminatas, los paisajes, las comidas, las aventurillas, las variantes del español... Pero sobretodo, son tantas las personas que hemos conocido y que nos han regalado su amistad, las situaciones vividas, lo hablado y aprendido de la gente autóctona y de otros viajeros en este fabuloso continente que a partir de ahora llevaremos tan adentro.

Ojalá nuestra experiencia sirva para animaros a todos a venir a América del Sur, que además de contar con miles de lugares fabulosos, tiene la gran ventaja de que con el español se puede hablar con casi todo el mundo. De hecho, para haceros venir más las ganas y para animar a los rezagados, pronto colgaremos en el blog fichas de Información Práctica, con consejillos y sitios memorables que podrán servir a quien quiera conocer alguno de los países que hemos recorrido.  

Algo más delgados y más cargados, pero sobretodo más contentos, más enamorados, más asilvestrados, más amantes de la naturaleza y más llenos de vivencias, volvemos a casa felices de rencontrarnos con nuestra gente, a quienes agradecemos muchísimo que nos hayan acompañado tanto durante el viaje.

Gracias también a todos, familia y viejos y nuevos amigos,  los que nos habéis seguido a través del blog y nos habéis alentado a escribir y colgar fotos durante todo este tiempo. Sin vuestras palabras de aliento no creemos que hubiésemos escrito hasta aquí.   

Todas las fotos de este post han sido tomadas por Oswaldo o con su cámara. ¡Gracias a él tenemos el recuerdo de nuestro último día en Sudamérica!



Con Oswaldo en la tranquila playa de Urca



Subimos al Morro y vemos Urca desde arriba



y, como el primer día o más, volvemos a alucinar con el increíble lugar 
sobre el que construyeron esta ciudad



No se nos ocurre mejor lugar para despedirnos de este continente



La metrópoli en la que los árboles, la selva y las montañas se comen a los grandes rascacielos



Ay que nos ponemos melancólicos...



Se pone el sol a las 6 de la tarde, demasiado pronto 



Así que antes que se haga de noche, nos despedimos de todos.

Se acaba esta aventura. Empiezan otras.

¡Gracias por habernos acompañado!





Penúltima estación: Manaos


El viaje se acaba, el tiempo apremia y Brasil es gigante, así que volamos de Manaos a Río de Janeiro para pasar allí el último día del viaje antes de volver a casa.

En Manaos, donde hemos estado un par de días, hemos paseado por el centro y visitado el gran Teatro de la Ópera, que recuerda el momentáneo esplendor de esta ciudad durante el boom del caucho. Por lo demás, nos hemos resguardado del sofocantísimo calor y hemos trabajado muy a gusto en el Big Hostel, donde nuestros anfitriones André y Frida nos han hecho sentir como en casa.

No hay tiempo para hacer otra excursión a la selva amazónica, que mucha gente organiza desde esta ciudad. Tampoco de tomar un barco que nos lleve por el Amazonas de aquí a Belén. Es hora de ir recogiendo, acabar de escribir y hablar de lo experimentado. 



Otra cosa no, pero variedad de zumos, la que queramos...



Junto a la pelu que han abierto en su honor.
En un par de días su estilo ya ha causado sensación...



El Amazonas desde aquí (no es muy bucólica la vista)



Triste que en un país como Brasil todavía haya que erradicar el trabajo infantil



Los bares de cañas junto al mercado



¡¡¡A la rica fruta!!
Como la vamos a echar de menos...



Después del nuestro, otro naufragio en el periódico... 
Si es que los accidentes de avión o barco van de dos en dos (teoría algo patillera pero que se da)



¿Estamos en Lisboa?



Se abre el telón en el gran Teatro de la Ópera de Manaos



inspirado en los teatros de París de la época



Hmmm, aquí también hacen chapuzas



Con Frida y André, que en el Big Hostel nos trataron como si fuéramos de la familia



Anochece en Manaos
Nadie diría que estamos en el medio de la selva amazónica...



El Teatro de la Ópera, una construcción impresionante posible gracias al boom del caucho



Nuestras pertenencias a pocos días de la vuelta



Las míticas sandalias alemanas, rotas ya de tanto gastar suela



Xavi en su mundo con sus cosas...

11 de septiembre de 2012

Alucinando con los tepuyes en la Gran Sabana venezolana

Es increíble que, con los paisajes que tiene este país, Venezuela no sea uno de los destinos turísticos más famosos del mundo. Nosotros desde luego nos quedamos embelesados con el majestuoso paisaje de la Gran Sabana, una gran extensión de verdes hierbas sazonada con los tepuyes, que se alzan majestuosos en el horizonte y que, con su poderosa energía, dan pie a cantidad de historias místicas, incluidas visitas de extraterrestres.

Los tepuyes son una especie de mesetas o montañas de paredes verticales y cimas planas. De piedra arenisca que se ha ido erosionando, se consideran las formaciones geológicas más antiguas del planeta, y en sus cimas, que hoy son como islas elevadas a cientos de metros del suelo, se encuentran minerales y especies vegetales y animales que apenas han evolucionado desde hace miles de millones de años. En uno de los tepuyes habita por ejemplo una rana negra única en Sudamérica, cuyo pariente más cercano es una rana africana, y que por tanto data de cuando los continentes estaban unidos.

Nosotros, de hecho, querríamos haber hecho la excursión de seis días al tepuy Roraima. Todo el mundo ha subido afirma que, a pesar de la dureza, es absolutamente mágica e impresionante, puesto que arriba hay una energía muy especial, además de especies endémicas, espectaculares formaciones de cuarzo blanco y un gran lago. Por desgracia no nos quedaban días suficientes, así que tuvimos que conformarnos con un tour de reconocimiento de la Gran Sabana, que tomamos desde Santa Elena de Uairén.

La suerte nos acompañó y pillamos un día bastante despejado, con lo que pudimos ver las increíbles y fantásticas siluetas de muchos tepuyes, así como la Gran Sabana en todo su esplendor, una extensión verde y enorme de baja vegetación, que no crece más por la acidez del suelo de arenisca. Por detrás de los tepuyes empieza la selva amazónica, que se extiende de allí hasta Brasil, formando el pulmón del mundo.

Además de las vistas, en la excursión pudimos bañarnos en varias pozas de agua cristalina embellecidas por cascadas. El lugar más impresionante fue la Quebrada de Jaspe, unas caídas de agua y un río que se deslizan sobre una superficie roja y negra de jaspe, un mineral semiprecioso.

Así, con estas maravillas en la retina, nos vamos de esta fugaz cata de Venezuela, un país de gente amable y habladora que todavía no está tomado por el turismo de masas. Nos ha encantado y volveremos seguro para, por lo menos, subir el Roraima, volver a Caracas y conocer Los Roques y otras playas caribeñas, que están entre las mejores del mundo. 



Alucina vecina con precio de la gasolina en Venezuela: 
55 litros valen menos de 50 céntimos de euro



En la Gran Sabana



La Quebrada de Jaspe



donde te pegas una buena ducha



sobre mineral semiprecioso



suave y deslizante



y que forma unas aguas negras y rojas maravillosas



Firmado: El Chamán



El espléndido Salto de Yuruaní



Las vistas del salto con los tepuyes de fondo



En la Piscina de Pacheco (también conocida como Pozo Azul)



Entre cascada y cascada, Gran Sabana



Agua por un tubo, eso sí que no falta



Pero lo más alucinante son las formaciones de tepuyes en el horizonte



Los hay con la cima plana, pero también con forma de pezón



y son las formaciones geológicas superficiales más antiguas del planeta



Probando la función panorámica de la nueva cámara...



Se pone el sol y contribuye todavía más a la magia del lugar



Como estamos casi en la frontera con Brasil vamos al Duty Free en busca de ron venezolano, pero y salimos de allí con unas galletas de chocolate alemanas, pues no había ni un producto local



Eso sí, el turrón El Lobo estaba en oferta

10 de septiembre de 2012

El Salto del Ángel, una aventura con mayúsculas


Para ver el Salto del Ángel o la cascada más alta del mundo, de casi un kilómetro de altura, hay que alejarse de la civilización y emprender un largo viaje en avioneta y barco. Hasta aquí sabíamos lo que nos aguardaba. Lo que no esperábamos fue la riesgosa aventura que íbamos a experimentar en carne propia.

Desde Ciudad Bolívar, el punto de partida más habitual hacia el Salto del Ángel, hay que tomar una avioneta hasta Canaima, una comunidad indígena en medio del Parque Natural con el mismo nombre, que hoy vive exclusivamente del turismo. A nosotros nos tocó una avioneta de cuatro plazas para ir y una de seis para volver a la civilización, así que os podéis imaginar lo que se movía el aparatejo con el viento. Pero la verdad es que ni nos mareamos ni tuvimos ningún contratiempo.
Es más, las vistas del verde paisaje, salpicado de ríos y lagunas fueron preciosas desde el aire.

Una vez en Canaima, el primer día visitamos el lago y algunas de las enormes cataratas en las inmediaciones. Fue muy divertido caminar por dentro de las cascadas del Sapo y del Hacha, donde la cortina de agua que cae se ve y experimenta desde dentro, algo precioso.

Pero el punto fuerte, el esperado Salto del Ángel, se nos resistiría algo más. Para ir hasta allí debíamos navegar río arriba en una curiara o canoa de madera motorizada. Nos aconsejaron que metiéramos el equipaje en bolsas de basura negras que cerramos con un buen nudo y que nos lleváramos sólo la cámara y lo indispensable para el viaje, puesto que nos íbamos a mojar.
Así, con el chisporroteo del agua creado por la velocidad emprendimos el camino un grupo de 9 personas, nuestro guía Toni, el que llevaba el motor y un ayudante. A los 10 minutos tuvimos que bajarnos del barco para caminar durante otros 30, puesto que en el río había unos rápidos bastante peligrosos que la canoa debía hacer sin pasaje. Nos volvimos a montar después de la zona chunga y el viaje prosiguió divinamente, con unas vistas alucinantes hacia unos tepuyes en el horizonte. Pero la tranquilidad se vio interrumpida en un periquete, cuando vimos que delante de nosotros había un rápido que era más bien una cascada en miniatura. “¿Y eso lo vamos a subir río arriba en este bote?”, pensamos muchos para nuestros adentros, pero como la curiara seguía recta hacia allí y ellos son los expertos, no dijimos ni mu.

Pues efectivamente, no cruzamos el obstáculo. La curiara se metió de llenó en la cascada. Los de delante vieron una ola amarilla sobre ellos; los de detrás, después del remojón, vimos que el agua cubría la canoa entera. Xavi dice que vio a Mariona con el agua hasta el cuello. Total, que antes de que se hundiera la barca tuvimos que tirarnos al río mientras la canoa se volteaba. Xavi logró llegar pronto a la orilla y se afanó en rescatar a una de las chicas y algunos bultos que por ahí pasaban. Mariona tardó algo más en salir, empeñada en no perder las chanclas después de que las gafas de sol se hubieran ido con el río. A otras personas, como a una madre y su joven hijo, la corriente les llevó más lejos. Los que se aferraron a la canoa también siguieron río abajo, hasta desaparecer de nuestra vista. Por suerte todo quedó en un buen susto y pronto todos pudieron ser rescatados. Pero eso sí, los chalecos salvavidas que llevábamos puestos fueron absolutamente determinantes para que no hubiera que lamentar pérdidas.

También fue increíble que gracias a las bolsas de basura negras pudiéramos recuperar casi todo el equipaje, que sólo quedó algo humedecido después de haber caído y nadado en el río. El ordenador del trabajo de Xavi sobrevivió al naufragio, aunque ahora algunas letras no funcionen y parece que haga millones de faltas de ortografía. La Blackberry de Xavi y la cámara de Mariona, que llevábamos en una bolsita de mano, fueron encontradas al darle la vuelta a la curiara y de momento nos han dicho adiós.

Durante casi cinco horas estuvimos esperando en una playa de piedras a que los chicos de la canoa volvieran al pueblo a remo para buscar otra barca y venirnos a rescatar. Allí estuvimos comentando la jugada entre todos, mientras los aparatos electrónicos, desmontados, se secaban al sol. El guía reconoció que la canoa era demasiado pequeña para todo el grupo y que la habían intentado cambiar antes de salir, pero que no había sido posible. A pesar de la explicación, en todo momento la reacción del grupo fue memorable. No hubo quejas ni lamentos, sino un buen humor y un optimismo envidiables. Ya no daría tiempo de ir hasta el Salto, así que había que volver a Canaima para intentarlo de nuevo al día siguiente.

Volvimos al campamento de Tiuna Tours en Canaima por la tarde, y la chica responsable no salió ni a recibirnos. Cuando el guía nos comentó que debíamos dormir en hamacas esa noche, la furia se desató entre el grupo, y montamos un buen pollo hasta que nos buscaron otra posada para dormir. Había que descansar, pues al día siguiente íbamos a volverlo a intentar, eso sí, con la condición de pasar andando por el tramo del accidente.

Y sí, a la segunda fue la vencida. El salto en cuestión lo evitamos andando durante cinco minutos, pero luego vinieron decenas de saltos más. Más pequeños, todo sea dicho, pero no por ello exentos de peligro. Desde luego que el trayecto río arriba, de cuatro horas, primero por el río Carrao y luego por el río Churún, más negro y más estrecho, es algo impresionante. El paisaje, cambiante y siempre sorprendente, con selva, playas, piedras y tepuyes de formas insólitas en el horizonte, es de una belleza extrema, mientras que la experiencia en el río, con sus rápidos y numerosas zonas de poca profundidad que hay que evitar, resulta de lo más emocionante. Los chicos que conducen la canoa se lo saben de memoria y se juegan el tipo cada día durante la navegación.

Y así llegamos hasta la zona de campamentos del Salto del Ángel, donde por la tarde hicimos una excursión por la selva para llegar al mirador de este gran chorro de agua que se evaporaba antes de tocar el suelo. Las vistas al tepuy y a la cascada desde el lugar donde dormimos nos parecieron todavía más alucinantes. Desde luego, a pesar del naufragio, había valido la pena llegar hasta allí para disfrutar de una excursión arriesgada, pero con algunos de los paisajes más increíbles que hemos visto en la vida.

Por cierto, a la vuelta en la curiara cayó el diluvio universal y nos mojamos de arriba abajo sin necesidad de meternos dentro del agua, pero la crecida del río facilitó la navegación y hasta pasamos el temido salto del accidente sin necesidad de hacer el tramo andando.

Mención aparte merece también la pésima respuesta de Tiuna Tours después del accidente, cuya responsable se lavó las manos cuando reclamamos una compensación por la cámara perdida. Todo lo contrario que Connexion Tours, con quienes habíamos contratado el paquete en Ciudad Bolívar, que a pesar de no tener ninguna culpa, nos pagaron una cámara nueva y en todo momento nos trataron con cariño y comprensión. 



En nuestro Air Force One versión miniatura, entre emoción y cague



Desde el aire entendemos porqué no podemos ir por tierra



Con la selva a nuestros pies y tepuyes de fondo



Llegamos a Canaima, donde nos esperan las cascadas del lago



Primera prueba, ¡superada!



¿Será verdad que nos podemos meter dentro del Salto del Hacha?



Primero nos adentramos en el Salto del Sapo



donde hay un fantástico paso detrás de la cortina de agua



Llegamos hasta el otro extremo 



Pero cunado llegamos al Salto del Hacha, todavía es más espectacular, 
pues la cantidad de agua es impresionante



a la entrada del salto, hechizados por la fuerza del agua



Hacemos tiempo en la playa de Canaima antes de zarpar hacia el Salto del Ángel



Iniciamos el viaje con los tepuyes de fondo



Última foto antes del naufragio


A partir de ahora las fotos son tomadas por nuestro amigo Gerel, a quien agradecemos enormemente que nos las haya mandado tan rápido



La playa donde esperamos el rescate, y al fondo, el salto del accidente




El famoso Salto del Ángel, ha costado llegar pero aquí estamos



Los supervivientes del naufragio 



Las vistas opuestas al Salto también son magníficas





Y las mejores de todas, las que había desde el campamento



Ha valido la pena llegar hasta aquí y amanecer frente a este mágico lugar