El viaje se acaba, el tiempo apremia y Brasil es gigante,
así que volamos de Manaos a Río de Janeiro para pasar allí el último día del
viaje antes de volver a casa.
En Manaos, donde hemos estado un par de días, hemos
paseado por el centro y visitado el gran Teatro de la Ópera, que recuerda el
momentáneo esplendor de esta ciudad durante el boom del caucho. Por lo demás, nos hemos resguardado del
sofocantísimo calor y hemos trabajado muy a gusto en el Big Hostel, donde nuestros
anfitriones André y Frida nos han hecho sentir como en casa.
No hay tiempo para hacer otra excursión a la selva amazónica,
que mucha gente organiza desde esta ciudad. Tampoco de tomar un barco que nos
lleve por el Amazonas de aquí a Belén. Es hora de ir recogiendo, acabar de
escribir y hablar de lo experimentado.
Otra cosa no, pero variedad de zumos, la que queramos...
Junto a la pelu que han abierto en su honor.
En un par de días su estilo ya ha causado sensación...
El Amazonas desde aquí (no es muy bucólica la vista)
Triste que en un país como Brasil todavía haya que erradicar el trabajo infantil
Los bares de cañas junto al mercado
¡¡¡A la rica fruta!!
Como la vamos a echar de menos...
Después del nuestro, otro naufragio en el periódico...
Si es que los accidentes de avión o barco van de dos en dos (teoría algo patillera pero que se da)
¿Estamos en Lisboa?
Se abre el telón en el gran Teatro de la Ópera de Manaos
inspirado en los teatros de París de la época
Hmmm, aquí también hacen chapuzas
Con Frida y André, que en el Big Hostel nos trataron como si fuéramos de la familia
Anochece en Manaos
Nadie diría que estamos en el medio de la selva amazónica...
El Teatro de la Ópera, una construcción impresionante posible gracias al boom del caucho
Nuestras pertenencias a pocos días de la vuelta
Las míticas sandalias alemanas, rotas ya de tanto gastar suela
Xavi en su mundo con sus cosas...
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