27 de febrero de 2012

Iguazú, un espectáculo sublime

Ya hemos estado en las cataratas de Iguazú, podemos decirlo con alegría y entusiasmo, porque es uno de los espectáculos naturales más impresionante que hemos visto en toda nuestra vida. No es de extrañar que mucha gente se pegue panzadas de 24 horas en autobús desde Buenos Aires o Río de Janeiro. Si se está por aquí, hay que ir, y si se puede, visitar primero la parte brasileña y luego la argentina. Si sólo se tiene un día, es más impresionante el lado argentino.
Desde el lado brasileño, como nos dijo un porteño, se ve el escenario, la larguísima panorámica de cataratas, y es realmente impresionante, sobretodo cuando te vas acercando y acabas casi bajo una de ellas, alucinando con la fuerza con la que baja el agua.
En el lado argentino, al que fuimos al día siguiente con dudas de que pudiera impresionarnos tanto, estás dentro del escenario y las sensaciones se multiplican. Cuando te acercas a la Garganta del Diablo, el espectáculo es simplemente sobrecogedor, alucinante, todas las palabras se quedan cortas ante tanta agua cayendo con tanta fuerza. El sonido, el vapor que se crea, la textura del agua… Hay que verlo para creerlo.
Por el parque natural, además, te vas cruzando con unas extrañas criaturas, los tapires, y si te fijas, en los árboles hay monos, y por el aire se ven centenares de mariposas y aves coloridas. ¡Imaginaos cómo nos quedamos cuando vimos pasar volando un tucán por delante de una catarata!
Son tan fantásticas estas criaturas voladoras que, pese a la reticencia inicial de Xavi, también fuimos a visitar un parque de aves, y la verdad es que nos encantó, puesto que pudimos interactuar con guacamayos, tucanes y colibrís dentro de jaulas gigantescas. Muy, muy divertido.
Os dejamos unas fotillos:



Panorámica desde el lado brasileño


La Garganta del Diablo desde Brasil


Más de cerca, con arcoiris


Catarata de cerca


Sobre La Garganta, en Argentina


Viendo caer miles de litros de agua



Un tapir juguetea con un visitante


Una parejita de guacamayos azules


Un tucán a la hora de la merienda


 Bien cerquita, pero con cuidado que el pico es muy largo...


Más guacamayos de colores


El amiguito de los pájaros


Contentos, a punto de emprender un nuevo viaje de 14 horas a Florianópolis

Una gran lección

Entre Sao Paulo e Iguazú hemos visitado Curitiba, una ciudad con toques centroeuropeos algo decadente, donde hay muchos parques y mucho heavy-metal,  y cuyo principal atractivo turístico es un trenecito viejo que realiza un camino que parece imposible a través de la Serra Verde, por encima de puentes estrechísimos entre grandes desfiladeros cubiertos de selva atlántica. Además de ser una gran obra de ingeniería, el viaje de turisteo dura más de tres horas hasta Morretes y vale la pena sólo si se pasa por allí.
El viaje no fue del todo apacible, pues estuvimos todo el recorrido criticando y cagándonos en una mujer ansiosa que se sentaba delante nuestro, que no paró ni un segundo de hacer fotos con el móvil sacando medio cuerpo de la ventanilla, y que no nos dejó hacer ninguna foto decente, porque en todas salían ella y su móvil.
Cuando llegamos a Morretes, fin de trayecto, nos fuimos a comer una Barroada, un plato local famoso, seguramente por su surrealismo: carne cocida durante horas que se mezcla con harina de mandioca y plátano, servida junto con ensaladilla, buñuelos de bacalao, filete de pescado rebozado a la milanesa, y gambas rebozadas. Muy ligerito! Mientras nos poníamos las botas y caía un aguacero de copón, desde el ventanal vimos cómo la ansias del móvil recorría la calle para arriba y para abajo, como vaca sin cencerro: “¡Esta mujer está como una chota!”
Al salir del restaurante nos cruzamos con la loca y sus dos amigas, que al parecer nos reconocieron porque vinieron directas a nosotros. Mierda! Estuvimos a punto de huir, pero empezaron a llamarnos y no pudimos reaccionar. Imaginaos con qué cara nos quedamos cuando una de ellas sacó la cámara de fotos de Mariona del bolso. ¡Nos habían buscado por todo el pueblo y apenas habían comido para podérnosla devolver! Para flipar, y para apender…


El trayecto del Serra Verde Express


La mujer ansiosa y su móvil


Morretes


La Barroada, para que veáis que no exageramos...

Guerra y paz

“Guerra y paz” es el título de dos paneles enormes que el pintor brasileño Cándido Portinari realizó bajo encargo para la sede de la ONU en Nueva York. Ahora se exponen, después de haber sido restaurados, en Sao Paulo, y fueron tantas las personas que nos recomendaron ir a verlos, que para allá fuimos, sin saber quién era el pintor.
La verdad es que la exposición nos encantó. Estaba muy bien montada e incluía desde montajes de vídeo a muchos de los dibujos y bocetos del pintor para la composición de los dos enormes paneles. La ubicación, en el Memorial de América Latina diseñado por el archifamoso arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, también nos dejó alucinados.
Así, se nos ocurrió una idea para el futuro: juntar en una misma exposición, ¿y por qué no en el Guggenheim de Bilbao?, el Guernica de Picasso y Guerra y Paz de Portinari. Sería una exposición que quedaría en la retina de todo aquel que la visitara. También sería bonito incorporar otras obras antibelicistas relevantes de África o Asia, así que si se os ocurre alguna ya nos lo diréis ;-).


Llegando al Memorial de América Latina de Oscar Niemeyer


Guerra


y Paz


La sangre fluye por América Latina


El continente que nos espera

21 de febrero de 2012

Sao Paulo con un paulista valenciano

Hemos tenido la inmensa suerte de conocer a Luiz Cegato gracias a nuestra querida amiga Nubia. Luiz es un paulista cuyo padre es ¡¡¡valenciano!!!, así que imaginaos lo bien que hemos estado con él mientras nos llevaba por todo el centro histórico de Sampa, como cariñosamente se denomina a Sao Paulo.

Sampa tiene 11 millones de habitantes, es enorme y no es una cuidad fácil de recorrer como turista, pero con un buen cicerone que te va explicado la historia de la ciudad y que te va marcando las cosas que debes observar, la experiencia resulta fascinante.

Así, ya hemos conocido los rascacielos de la Avenida Paulista, el centro histórico, incluyendo la bonita y a la vez dantesca Praça da Sé frente a la catedral (con predicadores evangelistas haciendo discursos y cantidad de mendigos tirados por el suelo), la escuela de jesuitas que fundaron la ciudad, el inmenso mercado municipal con mil tipos de fruta ¡y hasta jamones!, el barrio japonés de Liberdade y sus supermercados en los que, según Mariona, “hay mucha comida, pero no sabes qué hacer con ella”, la zona lujosa de Oscar Freire con todas las tiendas pijas, y la zona alternativa de la Rua Augusta, con cines independientes y bares chulos. ¡Cuánta diversidad en un día, y aún nos quedan parques, barrios y museos por visitar!

La vida cultural de esta ciudad es impresionante, como demuestran sus decenas de centros culturales, cines, y una librería enorme y preciosa que hemos visitado. La variedad culinaria también es inabarcable. Ayer probamos comida siria, platos locales a base de lonchas y lonchas de mortadela y la caipirinha de sake, entre otros muchos platos. Hoy igual vamos a un japonés o catamos la que dicen que es la mejor pizza del mundo, que no es la de Italia, sino la de Sao Paulo.


En el centro de Sao Paulo


Con nuestro amigo Luiz en el mercado


A la hora de comer, en el mercado no cabe una aguja


¡Qué variedad de frutas tropicales!


"Tanta comida y no saber qué hacer..."


El impostómetro va contando la recaudación del Estado, ¡y sube bien rápido cada segundo!
Allí, ¿cómo de lento se movería el contador? Aquí, ¿qué hacen con tanto dinero?




La institucionalización de los limpiabotas


Praça da Sé



En la Livraria Cultura



Curioso carnaval en Paraty

Nuestro carnaval ha sido más bien tranquilo, en primer lugar porque el carnaval de Paraty parecía un poco las fiestas de Castelló de Rugat, con algún que otro disfraz sin mucha imaginación (del tipo chico que se viste de mujer o chica que se pone orejas de Mickey) y algún bloco o desfile con percusión, pero con la fiesta concentrada en la plaza por la noche, donde bailaban familias enteras al son de una samba comercial que no hemos sabido apreciar. De día, seguíamos descubriendo playas de la zona como la de Paraty-Mirim, con la desembocadura de un río en medio y con subidas y bajadas de marea muy fuertes.

En segundo lugar, la otitis de Xavi se fue agravando. Tanto es así que visitamos el hospital del pueblo. La verdad, quedamos gratamente sorprendidos de la rapidez de la atención, ¡15 minutos!, de la amabilidad del médico en cuestión y de la gratuidad del servicio. El equipamiento no era high-tech, pero para el lavado de oído que le hicieron sobraba y bastaba. Los antibióticos que nos recetó el doctor nos costaron más de 15 euros, así que poca broma con las medicinas. Eso sí, tranquilos que Xavi ya está mucho mejor.

Lo más relevante del carnaval fue, sin duda, el bloco de Lama, donde la gente se reúne en la playa de Jabaquara para retozarse en una zona de fangos que ni el mejor de los spas. La sensación de meter todo el cuerpo en un barro negro, espeso y fresco es increíble, y las pintas con las que acabas, os las enseñamos en fotos. Después del retoce se trata de ir en procesión por el paseo de la playa cantando Uga-uga, en plan tribal, pero nosotros no llegamos a desfilar en esta curiosa marcha ritual, sino que nos lavamos en el agua del mar y nos pusimos a jugar a cartas.

No os perdáis este vídeo del Bloco de Lama de 2011:



Atardecer en Paraty-Mrim


The reporter: ni en el National Geograhic


Testeando la sanidad pública

La reina pechugona se concentra antes del baile



Retoce en el barro



Feliz después del spa


Resultado final




Uga-uga, ah ah!!!


16 de febrero de 2012

El paraíso no debe estar muy lejos

“Si existe el paraíso, no debe estar muy lejos de aquí”. Dicen que Américo Vespucio pronunció esta frase al llegar a la bahía de Ilha Grande. Nosotros estamos en Paraty, un poco más al sur, en la bien llamada Costa Verde, porque las montañas, de color verde claro o lima-limón, totalmente cubiertas de vegetación exuberante, llegan hasta el mar, donde se suceden playas y más playas de arena blanca. Un goce para los sentidos.
Paraty es una de las ciudades más antiguas de Brasil y conserva la arquitectura y la disposición coloniales, en cuadrícula. El pavimento de las calles, con piedras grandes, también llama la atención. Aquí pasaremos el fin de semana de carnaval, que parece que será muy animado.
Alrededor, hay pueblitos agrestes que han ido creciendo por el turismo, como Trinidade o Laranjeiras, con senderos que llevan a decenas de playas paradisíacas, como Caixadaço o la Praia do Sono. Ésta última parece vírgen a primera vista, decimos parecen porque escondidos bajo los árboles hay decenas de cámpings, barecillos y casas de los “moradores” o habitantes del lugar.
Hay algún sitio todavía más recóndito, como Punta Negra, al que nos han dicho que no ha llegado ni la luz eléctrica y por la noche se vive como antaño.  Tendremos que experimentarlo en otra ocasión.

Resumiendo, éste es un muy buen sitio para los que quieran desconectar de todo en medio de la naturaleza y frente al océano. Nosotros estamos la mar de relajaditos.
Por cierto, Xavi hizo de superhéroe ayer y salvó a una niña autóctona del ahogo. La niña se adentró demasiado en el mar y la arrastró la corriente, que aquí es fortísima. Xavi tuvo que entrar a rescatarla. La cosa acabó bien, pero Batman tiene una otitis de la leche.
Unas fotillos para que os hagáis una idea:
Sobre los adoquines de Paraty

Iglesia de Sta. Rita (Paraty)

Luciendo la camiseta del "Garoto de Ipanema": Tenho calor!

Tranquilidad en la playa de Trinidade

Posando bajo el sol

Más playita...

Reflejos al atardecer


Una horita de camino a la Praia do Sono


La Praia do Sono (parece desierta pero bajo los árboles se esconden multitud de chiringuitos y tiendas de campaña)

Rio, la cidade maravilhosa

Rio nos ha maravillado y, aunque las favelas y las enormes afueras no deben ser los sitios más acogedores del mundo, la ciudad tiene cientos de rincones especiales, bonitos y seguros que explorar. En cuatro días, sólo nos ha dado tiempo de ver los “hits” como subir al Cristo de Corcovado o al Pan de Azúcar y alucinar con las vistas, bañarnos en Ipanema y Copacabana, deambular por el inmenso jardín botánico, subir y bajar las pintorescas cuestas de Santa Teresa y Lapa, ver las playas del tranquilo barrio de Urca y probar los restaurantes y puestos de comida de nuestro barrio, Botafogo.
Hemos hablado con gente variopinta, fundamentalmente brasileños, españoles y argentinos, que son los que más le dan a la lengua, y así tenemos ya una buena lista de recomendaciones varias, muchas de las cuales habremos de dejar para la vuelta. Y es que aquí la gente se moja, lo cual nos encanta. Gracias a Ana, una chica de Blanes que vive en Rio, fuimos a la Roda de samba en Pedra do Sal, una plazoleta en la que antes se vendían esclavos y en la que hoy en día, los lunes por la noche, se concentra la gente para cantar y bailar samba alrededor de unos músicos sentados en torno a una mesita.
Os dejamos alguna foto más, aunque se quedan cortas ante tanta majestuosidad.

 
Vistas de Río desde el Corcovado

El Cristo que protege la ciudad

                                                            Contrastes entre naturaleza y ciudad

Escalera de Selarón

Bañito en Copacabana, la curva perfecta

Comilona a base de picanha, para mantener la curva perfecta

Roda de samba en la Pedra do Sal

Vistas desde el barrio de Sta.Teresa

Entrentenimiento en Sta.Teresa