5 de julio de 2012

A Machu Picchu peregrinando por el Salkantay


En el tiempo de los incas, a Machu Picchu sólo iban personas importantes, pero además, antes de entrar en la ciudad, habían de peregrinar durante días por alguna de las seis rutas que llevan hasta allí, para limpiarse y purificar cuerpo y mente. Nosotros no podíamos ser menos, y aunque descartamos el famoso Camino Inca por haberlo de reservar con meses de antelación (en este viaje intentamos evitar las fechas prefijadas que condicionan el tiempo y la ruta), nos decantamos por el Salkantay, un camino sin ruinas pero con un largo tramo de alta montaña que quita el hipo. Junto con nuestro guía Óscar y un grupito formado por brasileños e israelís, pasamos tres días caminando y recorrimos 70 kilómetros a pie para llegar a la Ciudad Sagrada. ¡Una pasada!

Del Salkantay hay que destacar sobretodo los dos primeros días. Se parte de Mollepata, a 2.900 metros sobre el nivel del mar, para caminar hasta el campamento de Soraypampa, a 3.900. En  el camino, por un valle verde lleno de eucaliptos, se van viendo los nevados a lo lejos. Las vistas son tan bonitas que nos olvidamos de la lluvia y de la subida, y el ritmo de caminata fue bastante relajado, así que llegamos arriba con fuerzas para encarar la subida del día siguiente hasta los pies de la impresionante montaña Salkantay, cuya cumbre está a más de 6.200 metros.

El segundo día te pasas la mañana subiendo a más de 4.000 metros, con la respiración algo entrecortada y el corazón bombeando acelerado, pero da igual. Para quien nunca ha visto un paisaje de alta montaña, el subidón de ver las rocas, la hierba espolvoreada de nieve, los glaciares que te rodean y las altísimas cumbres nevadas alrededor, es muy bestia. Llegamos al punto más alto, a 4.650 m, y después de hacer una pequeña ceremonia con hojas de coca para venerar a los “apus” (montañas sagradas en quechua), tocó empezar a bajar. La tarde del segundo día y la mañana del tercero fueron de descenso. Cando llegamos a Loreto, a unos 2.500, tomamos un bus que nos llevó hasta Santa Teresa. Allí comimos con todo el grupo y tres de nosotros, que queríamos hacer la excursión en 3 y no en 4 días, nos fuimos en bus a Hidroeléctrica, desde donde caminamos 3 horas más al lado de la vía del tren para llegar a Aguas Calientes.

Así cómo la bajada no requiere más explicación, este último tramo de Hidroeléctrica a Aguas Calientes que mucha gente hace en tren, merece ser descubierto. Tuvimos la suerte de que Óscar se animó a meternos por algunos atajos en los que hay impresionantes ruinas incas cubiertas por la vegetación. Luego, cuando volvimos a seguir la vía del tren, nos fue mostrando cómo se veían las distintas partes de Machu Pichu desde abajo. Entre eso y las enormes rocas que se encuentran el en río Urubamba, el camino lo hicimos bien a pesar del cansancio. ¡Llegamos a Aguas Calientes y habíamos caminado 70 kilómetros en tres días! Y al día siguiente por fin íbamos  conocer Machu Picchu, con subida al Huayna Picchu incluida.

Nos levantamos a las 4.30 para pillar uno de los primeros buses de subida a Machu Picchu. Este tramo lo podríamos haber hecho caminando, pero la subida de casi dos horas es una matada considerable que te deja bastante tocado para visitar las ruinas, y nosotros queríamos llegar descansados y con energía. Así que entramos a la ciudad sagrada a eso de las 6. La primera sensación, al ver las terrazas que se alargaban hacia el fondo y un montón de construcciones detrás, con una neblina tremenda que lo cubría todo, fue que era un lugar muy grande y, sobretodo, místico. Y luego el paisaje… ¡Madre mía, qué lugar eligieron para construir la ciudad! Una montaña rodeada de un valle muy profundo, con decenas de esbeltos picos cubiertos de vegetación alrededor. Simplemente espectacular.

Con Óscar caminamos por las terrazas, la tumba real, el palacio del Inca y el Intiwatana o reloj solar. Entre otras cosas, nos enteramos de que Machu Picchu todavía estaba en construcción cuando se abandonó, y de que por tanto es una obra inconclusa. Cuesta creer que hasta 1911 sólo los lugareños tuvieran conocimiento de la existencia de esta obra colosal. Ese año, un inglés estudioso de las rutas comerciales incas se encontraba en la zona de camino hacia Vilcabamba, la última ciudad inca. Le hablaron de unas ruinas en la montaña, se desvió de su camino y así descubrió, cubierta de vegetación y maleza, la que hoy es considerada una de las 7 maravillas del mundo.

Cuando eran casi las 8 nos despedimos de nuestro guía, pues junto con Dominique, un alemán afincado en Brasil, debíamos subir al Huayna Picchu, la imponente y escarpada montaña que se ve en la típica foto de Machu Picchu. La subidita de marras cansa bastante pero las vistas desde arriba valen muchísimo la pena. Con algo de imaginación se llega a ver la forma de cóndor que en teoría tiene Machu Picchu. Desde luego, la perspectiva desde arriba cambia mucho, así que recomendamos a todo el que esté algo en forma que suba. Y los que tienen vértigo que suban sin miedo, pues a nuestro parecer no es para tanto.

Después de bajar de la montaña, seguimos descubriendo por nuestra cuenta otras partes de la ciudad como los talleres, la escuela de los varones, el templo de las vírgenes, el templo del cóndor o la caseta del guardián, desde donde pensamos que se puede disfrutar de la mejor vista sobre Machu Picchu. A cada paso la admiración iba creciendo ¿Cómo habían podido construir una ciudad tan maravillosa en este lugar tan complicado? ¿Qué clase de conocimientos debían tener para hacer llegar el agua hasta arriba y que ésta pasase primero por la fuente del palacio del inca y luego por el resto de la ciudad?

Después de caminar por entre todas las ruinas, que sorprendentemente están muy bien mantenidas (en este caso sólo las destruyó la naturaleza, pues los conquistadores no metieron mano) nos animamos para caminar hasta el puente del inca, pegado a un imponente desfiladero y con un sistema bastante curioso y sencillo: cuenta con vigas de madera que se ponen para pasar o se quitan cuando se acerca el enemigo. 

Dominique y Xavi, incansables, todavía tuvieron fuerzas y ánimo para caminar casi una hora más bajo el solano hasta la puerta del sol, la entrada a Machu Picchu desde el Camino Inca. Volvieron contentos pero bastante cansados. Nos quedamos mirando los tres un rato más las ruinas, como intentando captarlo todo, quedarnos con la imagen grabada en la retina. De hecho, la vista era tan fantástica que podríamos habernos quedado en la misma posición durante horas, y todavía no hubiéramos tenido suficiente. Felices y maravillados de haber estado en Machu Picchu, todavía tuvimos fuerzas para bajar caminando. Y es que, aunque la hayas visto mil veces en foto, esta ciudad sorprende y cautiva a todo el que la visita.




Verde que te quiero verde, empieza la caminata



subiendo por hermosos valles



La lluvia no nos quita la sonrisa



Llegamos al campamento, donde hace un frío que pela



A la mañana, nos equipamos para seguir subiendo



El camino de alta montaña es increíble



Nos acercamos a los nevados



y el Salkanyay se descubre para nosotros



¡Esto bien merece una foto de grupo!



Ahora toca empezar a bajar



desaparece la nieve y aparecen los árboles



a medida que vamos descendiendo



Finaliza el segundo día, ¡a cenar y a dormir!



El tercer día se sigue bajando por valles y ríos



hasta la hora de comer, donde retransmiten el partido de España-Portugal



Con Óscar y Dominique nos separamos del grupo y emprendemos el camino de Hidroeléctrica a Aguas Calientes (la montaña que se ve al fondo es el Machu Picchu)



pasando por el río Urubamba



Al día siguiente, entramos en Machu Picchu



con una niebla que no veas...



El paisaje y el cielo sobrecogen



miras hacia abajo y alucinas con el lugar



Toca subir al Huayna Picchu



desde donde se percibe la forma de cóndor de la ciudad



Machu Picchu desde arriba es otra cosa



y las vistas del valle, inigualables



para bajar, hay algún que otro tramo empinado que más vale hacer cara a la pared



desde abajo, las vistas a las ruinas y la montaña Machu Picchu



Recorremos la ciudad



con sus piedras perfectas y sus esquinas redondeadas



las puertas a prueba de terremotos



Desde la caseta del guardián, las vistas son inmejorables




personalizando la postal...



el puente del inca, con su rudimentario pero infalible sistema




Xavi llega hasta la puerta del sol ¡Champion!



Y ya de vuelta a Aguas Calientes, nos rencontramos con los amigos brasileños para hacer unas birras


3 comentarios:

  1. Hola companys!

    M'encanta tot el que esteu fent. En Xavi té una imatge de Robinson postmodern fantàstica!
    En breu us escric un correu llarg per explicar-vos què tal.

    Us trobem a faltar!

    Una abraçada i a gaudir!

    Marc.

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  2. Tuvimos una fantástica caminata Salkantay 5 días con Trekking - tanto que fue lo más destacado de nuestro tiempo en Perú! Una gran relación calidad-precio, especialmente cuando se considera que este incluye Machu Picchu y el tren de entrada calientes hasta Ollaytaytambo Aguascalientes. - guías geniales por lugares llenos con Edwin. Amable y entendido. Todo el mundo cómodo....
    http://www.machupicchu-viajes.com/

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  3. Salkantay trek is the alternative to the Inca Trail to Machu Picchu was recently named among the 25 best Treks in the World, by National Geographic Adventure Travel Magazine.

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