19 de junio de 2012

Isla de Pascua, una semana en el ombligo del mundo


Encontramos un vuelo barato de Lima a Isla de Pascua y, aunque no estaba inicialmente en el plan del viaje, para allí que nos fuimos, a esta pequeña isla aislada del mundo, a 3.800 kilómetros de Chile, en medio del océano.

La Isla de Pascua o Te pito o te henua, el ombligo del mundo en lengua rapanui y el culo del mundo para nosotros, es una bonita y pequeña isla volcánica de forma triangular, con un agradable clima tropical. En ella viven 6.000 personas, entre gente de etnia rapanui y personas venidas del continente. A parte de ellos, que por supuesto se conocen todos entre sí, están los turistas, gente que viaja con dinero para tirar la casa por la ventana en restaurantes, tours y actividades varias.

Y es que el turista que va a la isla no es precisamente mochilero, y los isleños, que ya de por sí lo pagan todo carísimo (normal, porque hacer llegar los productos a la remota isla no debe ser precisamente barato), todavía se ceban más con los precios a los visitantes. Las excursiones se ofrecen en forma de tours organizados, donde van hasta 27 personas. Para visitar el Parque Natural, que en realidad dicen que es toda la isla pero te controlan sólo en dos puntos, te cobran 60 dólares. Pero por desgracia éstos no sabemos a qué se destinan, pues la mayoría de carteles están carcomidos por el sol y son ilegibles y, lo que es peor, caminos fundamentales del parque están cortados “por motivos de conservación”. Estaría bien si vieras que allí se está haciendo algo, pero la verdad es que no se ve ni a Blas trabajando… Y nosotros sin poder acercarnos a los petroglifos… En fin…

Total, que para nosotros la isla resultó carísima, así que en vez de alquilar un coche, una moto o un quad, que es lo que hacía la gente, la recorrimos en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro caminando. Un día también alquilamos una bici y aprovechamos para hacer el recorrido más largo; sólo deciros que acabamos con el sillín tatuado en el culo y destrozados de subiditas y bajaditas contra un fuerte viento que no sabemos cómo, siempre nos venía de cara.

Eso sí, la cultura rapanui es única y fascinante.  Los moais, enormes estatuas de piedra que representan a un ancestro pero que también están relacionadas con el culto a la fertilidad (según alguna interpretación, el torso es el pene y el sombrero o pukao es la vulva) son alucinantes. Ver sus perfiles recortados contra el cielo es una maravilla. Todos están de espaldas al mar, mirando hacia el interior de la isla y hacia las comunidades que debían proteger. Por lo visto, en el pasado contaban con ojos de coral blanco, que servían para ver qué pasaba.  En la isla dicen que hay más de 800 moais, pero ojo, muchos de ellos están tirados en el suelo por lo que la visión de varios de ellos erguidos sólo se puede obtener en unos cuantos puntos muy delimitados de la isla. Según los historiadores, estas fabulosas estatuas fueron derrumbadas por los propios isleños, tanto durante conflictos entre tribus como por la pérdida de fe en sus ancestros.

Luego están los volcanes Rano Kau y Ranu Raraku, preciosos ambos con sus lagos dentro de los cráteres. El segundo es también la cantera de piedra de los moais, muchos de los cuales están a su alrededor, semienterrados en la montaña. Por lo visto se crearon en la época conflictiva y nunca llegaron a su destino. Otro lugar precioso es la playa de Anakena, con sus palmeras tropicales sobre el césped junto a la arena blanca. El tiempo en la isla es otro tema digno de mención. En junio, las cuatro estaciones del año se dan el mismo día. Las nubes pasan a una velocidad de vértigo, y los chaparrones y el sol se van alternando a cada minuto.

Exceptuando las palmeras y algún bosque de eucaliptos, la isla está completamente pelada de árboles. Parece que arrasaron con ellos para transportar los moais de la cantera hasta la orilla. En la isla se vivieron periodos de auténtica carestía de alimentos por culpa de esta tala desenfrenada, ya que sin madera los autóctonos no podían construir barcas para ir a pescar y se tenían que apañar con lo que capturaban desde la orilla y los pocos cultivos que tenían. Esto, junto con luchas internas entre tribus, la llegada de esclavistas provenientes del Perú y sucesivas epidemias, hizo que la isla pasara de 40.000 habitantes en sus mejores tiempos a 111 pobladores en 1877. De este centenar de supervivientes desciende la población actual de la isla.

El origen de los rapanui es incierto. No sabemos si, como dicen algunos, descienden de tribus polinesias, si vienen del continente o si dar crédito a una teoría insólita que sostiene que provienen de un valle entre la India y Pakistán. Con su figura corpulenta y sus largos cabellos negros, muchos hablan rapanui y todos están muy orgullosos de su cultura y su identidad.  Chilenos, desde luego, no se acaban de sentir. Lo más increíble que presenciamos fue uno de los 15 curantos que se organizan cada año en la isla. Una familia invita a todo el que quiera a comer y cocina carne y papas en un hoyo cavado en el suelo y recubierto de tierra. Allí fuimos y efectivamente comimos de lo lindo, junto con otras miles de personas. Una barbaridad que no hemos visto en ningún lugar del mundo. 

Os dejamos con una selección de fotos que no necesitan comentarios: 




































































4 comentarios:

  1. fascinante chicos!! me encanta leer vuestro blog!! see you soon

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  2. Tot preciós i em feu una enveja k no vegis pero hi ha un detall k m'agradaria comentar... Xavi afeitat d'una vegada!!!! jajajajaja

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