Encontramos un vuelo barato de Lima a Isla de Pascua y,
aunque no estaba inicialmente en el plan del viaje, para allí que nos fuimos, a
esta pequeña isla aislada del mundo, a 3.800 kilómetros de Chile, en medio del
océano.
La Isla de Pascua o Te
pito o te henua, el ombligo del mundo en lengua rapanui y el culo del mundo
para nosotros, es una bonita y pequeña isla volcánica de forma triangular, con
un agradable clima tropical. En ella viven 6.000 personas, entre gente de etnia
rapanui y personas venidas del continente. A parte de ellos, que por supuesto
se conocen todos entre sí, están los turistas, gente que viaja con dinero para
tirar la casa por la ventana en restaurantes, tours y actividades varias.
Y es que el turista que va a la isla no es precisamente
mochilero, y los isleños, que ya de por sí lo pagan todo carísimo (normal, porque
hacer llegar los productos a la remota isla no debe ser precisamente barato),
todavía se ceban más con los precios a los visitantes. Las excursiones se
ofrecen en forma de tours organizados, donde van hasta 27 personas. Para
visitar el Parque Natural, que en realidad dicen que es toda la isla pero te
controlan sólo en dos puntos, te cobran 60 dólares. Pero por desgracia éstos no
sabemos a qué se destinan, pues la mayoría de carteles están carcomidos por el
sol y son ilegibles y, lo que es peor, caminos fundamentales del parque están
cortados “por motivos de conservación”. Estaría bien si vieras que allí se está
haciendo algo, pero la verdad es que no se ve ni a Blas trabajando… Y nosotros
sin poder acercarnos a los petroglifos… En fin…
Total, que para nosotros la isla resultó carísima, así que
en vez de alquilar un coche, una moto o un quad, que es lo que hacía la gente,
la recorrimos en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro caminando. Un
día también alquilamos una bici y aprovechamos para hacer el recorrido más
largo; sólo deciros que acabamos con el sillín tatuado en el culo y destrozados
de subiditas y bajaditas contra un fuerte viento que no sabemos cómo, siempre
nos venía de cara.
Eso sí, la cultura rapanui es única y fascinante. Los moais, enormes estatuas de piedra que
representan a un ancestro pero que también están relacionadas con el culto a la
fertilidad (según alguna interpretación, el torso es el pene y el sombrero o
pukao es la vulva) son alucinantes. Ver sus perfiles recortados contra el cielo
es una maravilla. Todos están de espaldas al mar, mirando hacia el interior de
la isla y hacia las comunidades que debían proteger. Por lo visto, en el pasado
contaban con ojos de coral blanco, que servían para ver qué pasaba. En la isla dicen que hay más de 800 moais,
pero ojo, muchos de ellos están tirados en el suelo por lo que la visión de
varios de ellos erguidos sólo se puede obtener en unos cuantos puntos muy
delimitados de la isla. Según los historiadores, estas fabulosas estatuas fueron
derrumbadas por los propios isleños, tanto durante conflictos entre tribus como
por la pérdida de fe en sus ancestros.
Luego están los volcanes Rano Kau y Ranu Raraku, preciosos
ambos con sus lagos dentro de los cráteres. El segundo es también la cantera de
piedra de los moais, muchos de los cuales están a su alrededor, semienterrados
en la montaña. Por lo visto se crearon en la época conflictiva y nunca llegaron
a su destino. Otro lugar precioso es la playa de Anakena, con sus palmeras
tropicales sobre el césped junto a la arena blanca. El tiempo en la isla es
otro tema digno de mención. En junio, las cuatro estaciones del año se dan el
mismo día. Las nubes pasan a una velocidad de vértigo, y los chaparrones y el
sol se van alternando a cada minuto.
Exceptuando las palmeras y algún bosque de eucaliptos, la
isla está completamente pelada de árboles. Parece que arrasaron con ellos para
transportar los moais de la cantera hasta la orilla. En la isla se vivieron
periodos de auténtica carestía de alimentos por culpa de esta tala
desenfrenada, ya que sin madera los autóctonos no podían construir barcas para
ir a pescar y se tenían que apañar con lo que capturaban desde la orilla y los
pocos cultivos que tenían. Esto, junto con luchas internas entre tribus, la llegada
de esclavistas provenientes del Perú y sucesivas epidemias, hizo que la isla
pasara de 40.000 habitantes en sus mejores tiempos a 111 pobladores en 1877. De
este centenar de supervivientes desciende la población actual de la isla.
El origen de los rapanui es incierto. No sabemos si, como
dicen algunos, descienden de tribus polinesias, si vienen del continente o si dar
crédito a una teoría insólita que sostiene que provienen de un valle entre la India
y Pakistán. Con su figura corpulenta y sus largos cabellos negros, muchos
hablan rapanui y todos están muy orgullosos de su cultura y su identidad. Chilenos, desde luego, no se acaban de sentir.
Lo más increíble que presenciamos fue uno de los 15 curantos que se organizan
cada año en la isla. Una familia invita a todo el que quiera a comer y cocina
carne y papas en un hoyo cavado en el suelo y recubierto de tierra. Allí fuimos
y efectivamente comimos de lo lindo, junto con otras miles de personas. Una
barbaridad que no hemos visto en ningún lugar del mundo.
Os dejamos con una selección de fotos que no necesitan comentarios:
fascinante chicos!! me encanta leer vuestro blog!! see you soon
ResponderEliminarQue suerte!!! Lindo textoyfotos.
ResponderEliminarTot preciós i em feu una enveja k no vegis pero hi ha un detall k m'agradaria comentar... Xavi afeitat d'una vegada!!!! jajajajaja
ResponderEliminarMuy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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