Dudábamos de si ir o no a Cochabamba antes de visitar La
Paz, pero las recomendaciones de nuestro amigo Jordi de Miguel y el sonoro
nombre de la ciudad nos acabaron de convencer. Allí pasamos dos días casi antagónicos,
un sábado absolutamente bullicioso y un domingo de inactividad total y
absoluta.
Cochabamba es famosa por su auténtica gastronomía (a base
de sopa de maní (cacahuete), carnes, chorizos y otros platos picantes), su
movida nocturna en las calles España y México, y por tener uno de los mercados
más grandes de América del Sur. La movida nocturna apenas la catamos, pero del
mercado, dividido por tipos de productos (comida, ropa, electrodomésticos, brujería…)
sí podemos decir que son varios edificios y decenas de calles con miles de
paraditas en los aledaños. ¡Una locura total en la que acabamos incluso
mareados!
También visitamos la mansión de un minero, Simón I.
Patiño, que gracias a encontrar una enorme veta de estaño y saber comercializar
el mineral en Europa se convirtió en uno de los 10 hombres más ricos del mundo
a principios del s. XX. Deseoso de volver a Cochabamba para pasar la vejez,
mandó construir un palacio con mármoles y frescos italianos, muebles franceses,
habitaciones tapizadas con seda de Damasco y hasta una sala que imita La Alhambra.
Pero su débil corazón no le permitió volver a las alturas de Bolivia y nunca
llegó a ver la mansión en la que trabajaron cuarenta artistas durante más de 10
años.
Por lo demás, coincidimos con la celebración de los 200
años de la resistencia de las mujeres y los niños de Cochabamba ante las tropas
realistas, una resistencia heroica que, eso sí, acabó en un baño de sangre. El
día señalado era el domingo pero la fiesta se celebró la víspera, así que durante
el día del bicentenario se hizo un aburrido desfile oficial por la mañana, y por
la tarde, todo, absolutamente todo estaba cerrado. Menos mal que a partir de
las 19 horas encontramos un bar abierto donde se reunía todo el que buscaba
algo de vida en la ciudad. Allí estuvimos hablando y cenando con José Luis, un
publicista de Logroño que lo ha dejado todo para viajar y explorar nuevos caminos.
Una virgen potosina, cuyo manto tiene la forma del Cerro Rico
La mansión que Patiño nunca llegó a habitar
Otra manera de leer las noticias, en paneles que permiten que el lector escriba y diga la suya
La plaza 14 de septiembre, hermosa y vital como todas las plazas centrales bolivianas
En uno de los lugares más tranquilos del inmenso mercado
El día de fiesta se aprovecha para censar a los niños (y las madres cobran algo por registrarlos)
El minidesfile de los pocos marines que debe tener Bolivia
Kaos para salir de la estación de autobús, entre decenas de buses que salen y entran a la misma hora
Uy! Salgo ahqui, un placer haber estado aquella tarde con vosotros, espero que haya otras...
ResponderEliminarHoy vuelvo de la Isla del Sol. ESPECTACULAR!! fui para dos dias y han sido cinco. Ya la añoro. Bss
Jose Luis