Algunos pensaréis que en este blog nos dedicamos a ensalzar
un lugar detrás de otro, que todo nos parece de una belleza sublime y que somos
algo exagerados encumbrándolo todo. Es verdad que a todos los lugares les
encontramos algo interesante, que en todas partes vivimos muy buenas
experiencias, pero es que hay sitios que son absolutamente excepcionales y
mágicos: la Isla del Sol en el Lago Titicaca es otro de ellos.
Por el Trivial muchos ya sabréis que el Titicaca es el
lago navegable más alto del mundo a 3.800 metros sobre el nivel del mar. Quizá
sea la altura lo que le dé ese azul tan intenso, que contrasta con una luz del
sol limpia y fortísima que deslumbra durante todo el día.
Visitamos el lago y las islas del Sol y de la Luna desde
la vecina Copacabana, un pueblo bastante turístico, pero con encanto, desde el
que salen los barcos a las islas. Allí no es que haya mucho que hacer, aparte
de comer trucha, visitar el recinto de la preciosa iglesia, que curiosamente
por su patio delantero se parece a una mezquita, y de sudar tinta china para
subir al Calvario, uno de los dos altos cerros que rodean la ciudad, y disfrutar desde allí, con una magnífica
panorámica, de la puesta de sol sobre el lago.
La Isla de la Luna, cuenta la leyenda, es una serpiente
que se dirigía a la Isla del Sol cuando un inca le cortó la cabeza para
protegerla. Por eso, por la tarde, uno de los extremos todavía se ve rojo.
Dicen también que esa serpiente llevaba un cascabel en el cuello y que, por la noche, todavía se puede oír el
cascabel debajo del mar. En la Isla de la Luna, que recorrimos en una hora, se
encuentra el misterioso Templo de las Vírgenes, un bonito edificio de adobe donde
por lo visto éstas aprendían a tejer y otros quehaceres para llegar a ser un
día las esposas de la élite inca de la Isla del Sol.
La Isla del Sol, montañosa y de forma extraña, es otro
remanso de paz en medio del azul. Más grande y con más opciones de alojamiento
y comida, puede recorrerse de sur a norte en unas tres horas, por un antiguo
camino de peregrinaje que une la empinada escalinata inca con la Roca Sagrada, lugar
en el que se creó el mundo según el imaginario inca. Éste es un lugar sagrado incluso
desde antes, como demuestran las ruinas pertenecientes a la cultura Tiwanaco,
mucho anterior. Desde este complejo se dice que sale un túnel subterráneo que
llega hasta Perú por debajo del Lago Titicaca, pero como la entrada está tapada
con una roca, la veracidad de la leyenda no se puede comprobar.
Durante el camino nos acompañó la pureza de este sitio de
alta montaña, la belleza de la costa, y el misticismo de todas las leyendas del
lugar. Esta isla, casi virgen, sin coches, con terrazas de cultivo, una abrupta
costa rodeada de azul intenso y algún bosque de eucaliptos, tiene algo mágico.
El silencio sólo se ve interrumpido por los sonidos que emite alguna oveja,
burro o chancho, los cuales corretean libremente por los campos y los caminos.
La gente, tanto autóctona como no, es dulce
y amable, como si la belleza no dejara lugar para el enfado o la antipatía. Los
locales parecen felices y tranquilos: viven del turismo, la agricultura y la
ganadería, y hasta los más ancianos caminan como gacelas y suben cuestas como si
nada. Los niños, después del colegio, se dedican a cuidar a los animales, a
ayudar a los padres, ya sea en el restaurante, la tienda o el campo, o a
intentar vender algún recuerdo a turistas. Aun así, se les ve sanotes, felices
y contentos.
Como anécdota, hemos de reconocer que a pesar de haber ido
dos mediodías al restaurante Las Velas (en el sur de la isla), después de que
un holandés nos lo hubiera recomendado como si del Bulli en cuanto a truchas se
tratara, no hemos podido catar el preciado plato ya que por lo visto el local
cierra al mediodía. En cambio, una pareja a la que lo recomendamos fueron dos
noches seguidas y se chuparon los dedos. ¡Que envidia! Por tanto: si se quiere
comer bien más vale pernoctar en el sur de la isla e ir a Las Velas.
La iglesia de Copacabana, con su patio de mezquita
Copacabana desde el Calvario
y la puesta de sol sobre el lago Titicaca
Allí nos espera la Isla del Sol
Pero primero desembarcamos en la Isla de la Luna
donde está el Templo de las Vírgenes
Vista del templo y de las terrazas de cultivo
y al otro lado hay vistas hacia la Isla del Sol
Llegamos a la Isla del Sol y toca subir la escalinata inca
Toda la isla está llena de terrazas de cultivo hechas por los incas
De camino al norte, encontramos a unos niños con su llamita
Avanzamos y la isla nos sorprende con bellas formas extrañas
¡Qué bien que estamos!
Vista desde una casa en ruinas
Seguimos hacia el norte
y ya casi llegamos a la punta
hasta el altar delante de la Roca Sagrada
Al día siguiente, empezamos a caminar con los niños que van al cole
Y vuelta hacia atrás...
donde nos encontramos con burritos y otros animales
para ver bien las ruinas tiwanaco que dan al mar
Un auténtico laberinto
Esta es la roca que en teoría tapa el túnel que llega hasta el Perú
Vemos el lago y decidimos bajar
para pegarnos el bañito
El agua está ultracongelada
así que al salir estamos de lujo
Toca volver hacia el sur
y ya en el muelle, nos encontramos con una totora turística que no tomaremos
y ya en el lago, nos cruzamos con los barquitos que realmente se utilizan
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