3 de junio de 2012

El Lago Titicaca y la Isla del Sol, otro destino mágico


Algunos pensaréis que en este blog nos dedicamos a ensalzar un lugar detrás de otro, que todo nos parece de una belleza sublime y que somos algo exagerados encumbrándolo todo. Es verdad que a todos los lugares les encontramos algo interesante, que en todas partes vivimos muy buenas experiencias, pero es que hay sitios que son absolutamente excepcionales y mágicos: la Isla del Sol en el Lago Titicaca es otro de ellos.

Por el Trivial muchos ya sabréis que el Titicaca es el lago navegable más alto del mundo a 3.800 metros sobre el nivel del mar. Quizá sea la altura lo que le dé ese azul tan intenso, que contrasta con una luz del sol limpia y fortísima que deslumbra durante todo el día.

Visitamos el lago y las islas del Sol y de la Luna desde la vecina Copacabana, un pueblo bastante turístico, pero con encanto, desde el que salen los barcos a las islas. Allí no es que haya mucho que hacer, aparte de comer trucha, visitar el recinto de la preciosa iglesia, que curiosamente por su patio delantero se parece a una mezquita, y de sudar tinta china para subir al Calvario, uno de los dos altos cerros que rodean la ciudad,  y disfrutar desde allí, con una magnífica panorámica, de la puesta de sol sobre el lago.

La Isla de la Luna, cuenta la leyenda, es una serpiente que se dirigía a la Isla del Sol cuando un inca le cortó la cabeza para protegerla. Por eso, por la tarde, uno de los extremos todavía se ve rojo. Dicen también que esa serpiente llevaba un cascabel en el cuello  y que, por la noche, todavía se puede oír el cascabel debajo del mar. En la Isla de la Luna, que recorrimos en una hora, se encuentra el misterioso Templo de las Vírgenes, un bonito edificio de adobe donde por lo visto éstas aprendían a tejer y otros quehaceres para llegar a ser un día las esposas de la élite inca de la Isla del Sol.

La Isla del Sol, montañosa y de forma extraña, es otro remanso de paz en medio del azul. Más grande y con más opciones de alojamiento y comida, puede recorrerse de sur a norte en unas tres horas, por un antiguo camino de peregrinaje que une la empinada escalinata inca con la Roca Sagrada, lugar en el que se creó el mundo según el imaginario inca. Éste es un lugar sagrado incluso desde antes, como demuestran las ruinas pertenecientes a la cultura Tiwanaco, mucho anterior. Desde este complejo se dice que sale un túnel subterráneo que llega hasta Perú por debajo del Lago Titicaca, pero como la entrada está tapada con una roca, la veracidad de la leyenda no se puede comprobar. 

Durante el camino nos acompañó la pureza de este sitio de alta montaña, la belleza de la costa, y el misticismo de todas las leyendas del lugar. Esta isla, casi virgen, sin coches, con terrazas de cultivo, una abrupta costa rodeada de azul intenso y algún bosque de eucaliptos, tiene algo mágico. El silencio sólo se ve interrumpido por los sonidos que emite alguna oveja, burro o chancho, los cuales corretean libremente por los campos y los caminos.

La gente, tanto autóctona como no, es dulce y amable, como si la belleza no dejara lugar para el enfado o la antipatía. Los locales parecen felices y tranquilos: viven del turismo, la agricultura y la ganadería, y hasta los más ancianos caminan como gacelas y suben cuestas como si nada. Los niños, después del colegio, se dedican a cuidar a los animales, a ayudar a los padres, ya sea en el restaurante, la tienda o el campo, o a intentar vender algún recuerdo a turistas. Aun así, se les ve sanotes, felices y contentos.

Como anécdota, hemos de reconocer que a pesar de haber ido dos mediodías al restaurante Las Velas (en el sur de la isla), después de que un holandés nos lo hubiera recomendado como si del Bulli en cuanto a truchas se tratara, no hemos podido catar el preciado plato ya que por lo visto el local cierra al mediodía. En cambio, una pareja a la que lo recomendamos fueron dos noches seguidas y se chuparon los dedos. ¡Que envidia! Por tanto: si se quiere comer bien más vale pernoctar en el sur de la isla e ir a Las Velas.



La iglesia de Copacabana, con su patio de mezquita



Copacabana desde el Calvario



y la puesta de sol sobre el lago Titicaca



Allí nos espera la Isla del Sol



Pero primero desembarcamos en la Isla de la Luna



donde está el Templo de las Vírgenes



Vista del templo y de las terrazas de cultivo



y al otro lado hay vistas hacia la Isla del Sol



Llegamos a la Isla del Sol y toca subir la escalinata inca



Toda la isla está llena de terrazas de cultivo hechas por los incas



De camino al norte, encontramos a unos niños con su llamita



Avanzamos y la isla nos sorprende con bellas formas extrañas 



¡Qué bien que estamos!



Vista desde una casa en ruinas



Seguimos hacia el norte 



y ya casi llegamos a la punta



hasta el altar delante de la Roca Sagrada



Al día siguiente, empezamos a caminar con los niños que van al cole



Y vuelta hacia atrás...



 donde nos encontramos con burritos y otros animales



para ver bien las ruinas tiwanaco que dan al mar



Un auténtico laberinto



Esta es la roca que en teoría tapa el túnel que llega hasta el Perú



Vemos el lago y decidimos bajar



para pegarnos el bañito



El agua está ultracongelada



así que al salir estamos de lujo



Toca volver hacia el sur



y ya en el muelle, nos encontramos con una totora turística que no tomaremos



y ya en el lago, nos cruzamos con los barquitos que realmente se utilizan 

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