10 de mayo de 2012

Por los pueblos de la Quebrada de Humahuaca

Siguiendo hacia el norte, de Salta nos dirigimos a Tilcara, un pueblo apacible y rodeado de bella montañas situado en la Quebrada de Humahuaca. Allí cenamos en la Peña de Carlitos, un local muy popular y bastante turístico donde además de disfrutar de la música, probamos la humita (maíz picado y asado dentro de una hoja) y el locro, especialidad regional del tipo fabada asturiana consistente en un potaje de judías, maíz y carnes varias. Muy rico.

Al día siguiente hicimos una excursión hasta otra Garganta del Diablo, una caminata por un angosto desfiladero en la que nos paramos a hablar largo rato con todo el que pasaba (por lo visto, ya tenemos incorporado el ritmo local y no vamos con prisas).

Después de la excursión volvimos al hostel para comer y trabajar un rato al aire libre, disfrutando de un mix de flamenquillo que nos puso Rene, el dueño. Con el buen rollo le dijimos a un francés solitario que se sentara con nosotros. ¡Craso error! Nos preguntó que por qué estábamos en Tilcara si no había nada que hacer, nos echó por tierra Salta y Purmamarca. Tampoco Rio de Janeiro le había gustado… Al cabo de un rato confesó que era daltónico y quizás eso distorsione mucho su percepción, pero lo encontramos un imbécil y dejamos de darle coba hasta que se fue.

Al atardecer visitamos las ruinas del Pucará de Tilcara. Allí nos volvimos a encontrar con Micaela, Nicolás y Norberto, tres chicos de Buenos Aires con los que habíamos hablado durante la excursión de la mañana. Esa misma noche nos invitaron a un asado de carne y verduras en su hostel, donde además de comer de fábula seguimos conociéndonos y riéndonos. En un solo día hicimos mucha amistad, algo que quizá sólo en países latinos como Argentina sea posible.

De Tilcara nos dirigimos a un pueblo muy aislado, Iruya, al que dedicaremos un post aparte. A la vuelta, pasamos una hora en Humahuaca, donde dimos un corto paseo por el centro para ver el bonito cabildo y el monumento a la Independencia. Después de la anarquía de Iruya, nos volvió a sorprender el trazado en cuadrícula y el orden urbanístico.

Ya por la noche llegamos a Purmamarca, donde cenamos conversando con la divertida Beba, una maestra ya jubilada que lleva el hostel Mama Coca y que fuma como un carretero (una gran mujer), y nos metimos en la cama muertos del viaje en bus, donde habíamos tragado polvo a carretadas porque las ventanas del micro no cerraban bien y la ruta era mayoritariamente sin asfaltar.

A la mañana siguiente pudimos ver el “locus” en el que está situado Purmamarca, un pueblito pequeño rodeado de cerros de colores. Una maravilla de enclave en el que se disfruta de vistas increíbles con sólo salir a la calle. La caminata de Los Colorados, alrededor del Cerro de los 7 colores, es cortita pero maravillosa, y desde un mirador también se obtienen vistas increíbles sobre el pueblo y los cerros vecinos. La noche la pasamos con Delfina y Maxi, de Mar del Plata, y Guillem, con quienes intentamos hacer una ruta gastronómica pero acabamos cenando dos veces en La Regina, famosa por sus ricas empanadas de pollo.

Tilcara: caminata a la Garganta del Diablo











En la Peña de Carlitos



Con Micaela, Nico y Norberto en Pucará de Tilcara





Humahuaca




Purmamarca

















 Última cena argentina con Guillem, Maxi y Delfina



De camino a Chile ¡Adiós Argentina querida!

2 comentarios:

  1. Hola Mariona! Qué tal? Somos Andrea, Chiara y Rossella, los estudiantes italianos que estan en el tu piso. Tu madre ha dichonos de tu viajo e de tu blog. Quieremos saludarte! Aqui va todo bien! Esamos viviendo un sueno! Que te vaya bien!!!

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    1. Hola chicos!

      Qué agradable sorpresa! Estamos muy contentos de que lo estéis pasando bien en Barcelona! Disfrutad a tope del piso y de la ciudad el tiempo que os queda!

      Un cariñoso abrazo de parte de los dos!

      Xavi y Mariona

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