18 de marzo de 2012

Buenos Aires, 30.000 razones para no olvidar

Buenos Aires es absolutamente impresionante. Grande, dinámica, diversa, política, cada barrio tiene su carácter marcado, en cada cruce te sorprende alguna cosa. Conviven el señorío parisino de Recoleta con las casas de chapa pintada de La Boca. Extensas avenidas con cientos de edificios de diferentes estilos y épocas se combinan con barrios antiguos y con buen ambiente como San Telmo, donde los domingos se organizan batucadas espontáneas, y con pulmones urbanos como el Bosque Palermo, donde entre lagos y patos se encuentra un maravilloso rosedal.

Cafés históricos con solera, librerías abiertas toda la noche y teatros se suceden en la calle Corrientes. Cerca de allí, la Avenida de Mayo, la Plaza de Mayo, la anchísima 9 de julio o la Casa Rosada, donde por cierto entramos hasta el mismo despacho de la presidenta. En Buenos Aires se ha amasado mucha riqueza gracias a la ganadería y hay miles de edificios que lo demuestran.

Los porteños pasean más o menos elegantes y hacen largas y cívicas colas pegados a la pared para tomar los autobuses en hora punta. Nosotros lo vamos recorriendo todo a pie, haciendo kilómetros sin atisbo de cansancio y atentos a los semáforos, pues los coches nos paran. Nos faltan ojos para ver todo aquello que nos rodea, nos falta tiempo para indicarnos el uno al otro las cosas que vamos descubriendo: “Mira esto, fíjate en lo otro…”.
Un poco más lejos de allí, los isolados rascacielos de 60 pisos del nuevo barrio pijo Puerto Madero sobresalen por mucho del resto de edificaciones y reflejan que la desfachatez y el mal gusto de los promotores inmobiliarios no tienen límites. Alguno está incluso coronado con un tejadito ridículo que simula el de un palacio francés. A pocos metros, la Reserva Ecológica, que ha crecido sobre un terreno ganado al río los escombros de la ampliación de la Avenida del 9 de julio. Y en las afueras de la ciudad, el Delta del Tigre, uno de los mayores del mundo, y en el que navegando por sus canales en medio de la vegetación y las casitas de colores, te parece estar muy lejos del gran Buenos Aires.

Nuestra experiencia en esta fascinante ciudad ha estado marcada por la invitación de un couchsurfer, José Luis, de hospedarnos en su casa en Chilavert, a 40 minutos en tren de la ciudad. Gracias a él hemos evitado las turistadas y hemos aprendido miles de cosas sobre Argentina y su historia en conversaciones nocturnas que se alargaban hasta la madrugada. También hemos compartido una cena con sus hijos, Ramiro y Núria, quienes también han heredado el espíritu crítico de su padre. Y nos hemos encariñado con Perrito, el simpático pequinés que nos hubiéramos llevado de viaje.

José Luis nos llevó al Parque de la Memoria, una visita que nos ha impresionado muchísimo por la claridad con la que los argentinos son capaces de hablar de la reciente dictadura, de las torturasy de los responsables de la desaparición de 30.000 personas entre mediados de los 70 y los 80. Así, en el Parque apuntan al impulso del Gobierno norteamericano en la promoción de dictaduras que reprimían a las izquierdas en Latinoamérica, escriben los nombres y apellidos de los responsables del genocidio argentino, recuerdanque empresas como Ford o Mercedes Benz participaron en la perpetración de crímenes contra la humanidad o dejan anotadas las direcciones donde todavía hoy viven genocidas. ¡Qué proceso de recuperación de la Verdad y la Memoria comparado con el borrón y cuenta nueva que se impulsó en España!
El Parque de la Memoria está situado en un punto simbólico, junto al Río de la Plata, lugar donde arrojaban a los detenidos desde aviones. Merece mucho la pena visitarlo para conocer esta tristísima y terrorífica etapa de la historia argentina y las consecuencias económicas y políticas de tan oscuro período. Las madres de la Plaza de Mayo, por cierto, siguen reuniéndose cada jueves en la plaza.

José Luis también nos llevó a conocer el barrio de La Boca, el real y no sólo el Caminito por el que pasan los turistas. Allí pudimos ver las casas de chapa de colores, pintadas con la pintura que sobraba de pintar los barcos y alzadas sobre pilotis antes de que levantaran la calle para evitar inundaciones. Allí pudimos disfrutar también con numerosas muestras de arte urbano, un reflejo más de que, frente a las adversidades de las crisis, las personas se unen para embellecer sus calles, crear vínculos y mejorar su entorno.

Nos vamos de Buenos Aires impresionados y cambiados. El viaje está adquiriendo un cariz más político, más dinámico. La sociedad argentina está organizada, las proclamas y los carteles reivindicativos se ven en la universidad, en la calle, en los muros. Hay miles de librerías y la gente lee, discute, se queja. Viniendo de Brasil, donde la pasividad y el relajo eran notables, o de Uruguay, en donde también se percibe un cierto estancamiento, la energía de esta ciudad y de su gente resulta notable.

Y por cierto, para los que hayan leído en los medios que este país está otra vez al borde de la quiebra, que sepan que desde aquí no hay, ni mucho menos, esa sensación. Los argentinos, que tienen un Doctorado práctico en Economía, están tranquilos. La miseria, aunque existe, no es ni mucho menos tan palpable como en el “rico y próspero” Brasil. Y a las empresas internacionales que no cumplen con los que prometieron en sus contratos, como Repsol YPF (o antes Aguas de Barcelona) se las está mandando para casa. ¡Bien hecho!

Dejamos Buenos Aires con miles de cosas por ver, pero también con la sensación de haber captado mucho de la esencia de esta ciudad. Y nos vamos, y esto es lo mejor de todo, con la alegría de haber hecho un buen amigo.


Palacete de estilo francés en el barrio de Recoleta



Barrio de La Boca


Construcciones de chapa en La Boca


Entrada majestuosa en la Avenida de Mayo



Ese pedazo de árbol!!!!


Magníficos árboles en el Bosque Palermo


Vistas de uno de los lagos del Bosque Palermo


Descansando en el Rosedal


Cúpulas de Buenos Aires



Delante de la "discreta" facultad de Derecho

 

Iglesia de San Telmo


Cementerio de Recoleta o la ciudad de los muertos


La Poesía, un bonito café de San Telmo

 

 Tráfico en hora punta



 Hecho un pingo en el clásico y turístico Cafe Tortoni



Una paradita en el 6, un café moderno en Palermo Viejo


Palacio Barolo, hermano mayor del palacio Salvo de Montevideo


Emulando a Evita desde el balcón de la Casa Rosada... pero que alguien apague los focos!!!


Un templo exclusivamente masculino: Los 36 billares

 

Leyendo en los palcos de la librería El Ateneo


Vista de Puerto Madero desde la Reserva Ecológica



De paseo por el Delta del Tigre


Uno de los centenares de canales que conforman el delta



Después de una cena con Ramiro, Núria, José Luis, y Perrito!



En el Parque de la Memoria la historia se explica sobre señales


Más claro, agua...



Frente a la Bombonera del Boca Juniors con un hincha de River


Poesía callejera



¡Vivan los novios! (parece de Bansky)


¿Y qué decir del David del Mate?


Con Núria, también catalana, y José Luis frente a la típica casa de La Boca, pintada


Hasta los bomberos tienen su mural (fijaos en la representación del agua y el fuego)


30.000 razones para no olvidar. ¡Brutal!







3 comentarios:

  1. Tu texto me emocionó mucho, Mariona! En agosto iré a Argentina, y leo tu blog buscando indicaciones de en dónde parar. Buenos Aires por descontado.

    Un abrazo,

    Nadia

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  2. Hola Nadia,

    ¡Qué alegría saber que estás tomando ideas del blog! Fantástica la decisión de conocer Argentina... es un país brutal y su gente todavía más! En agosto seguramente hará demasiado frío para ir a la Patagonia... a nosotros nos ha encantado todo el norte de Cafayate para arriba y también El Bolsón. Ah, y si puedes no te pierdas Iguazú porque vale muchísimo la pena!

    Un abrazo bien fuerte desde Potosí!

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  3. Excelente! Gracias por los datos!

    Si estaba emocionada cuando leí el post, imagínate ahora que estoy empacando maleta.

    Un abrazo a los dos!

    Nadia

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