Montevideo (cuyo nombre, Monte VI D-E0, nos han contado que puede provenir del lenguaje náutico y significa el sexto monte en dirección este-oeste) nos ha parecido una ciudad de lo más agradable. Es una capital, sí, pero de un país de 3 millones de personas, así que tiene de todo pero el ritmo es tranquilo y pausado.
La ciudad vieja está un poco abandonada y las casas, antes señoriales, tienen un aire algo decadente, con las fachadas, puertas y ventanas desconchadas. El Mercado del Puerto se ha reconvertido en un mercado de restaurantes, y las tiendas del centro se han inventado que el jueves es “el día del centro”, para ver si así los que decidieron irse a vivir a mejores zonas van hasta allí para beneficiarse de los descuentos.
Pero parece que los que pueden optan por comprar en los shoppings de los barrios bien, como Pocitos o Punta Carretas. Allí abundan los parques, y la playa o la Rambla (aquí denominan así al paseo marítimo) queda a pocos minutos a pie. Las bonitas casas unifamiliares conviven con los edificios de pisos y con las tienditas, todo ello con mucho árbol alto y frondoso en las calles. Mientras que después del anochecer nos han dicho que es mejor no pasearse por el centro, aquí parece que reina la calma y nos hemos podido pegar buenos paseítos nocturnos bajo la luna.
A través del couchsurfing hemos tenido la gran suerte e conocer a montevideanos como Juan y Pedro, quienes nos han llevado a ver zonas más inaccesibles para los turistas como el Cerro, un barrio popular en una colina desde el que hay buenísimas vistas, o los barrios de descendientes de esclavos africanos, donde se cultiva la tradición del candombe, percusión típica uruguaya, y donde por cierto no hemos visto apenas personas negras. Con Nacho, otro amigo, hemos pasado una agradable tarde paseando y compartiendo mate por La Rambla mientras se ponía el sol, para acabar con una buena parrillada. Con todos ellos hemos tenido animadas e interesantes charlas sobre temas sociales y sobre cómo ven el presente y futuro de este país. Guardamos estos temas para otro momento porque dan para mucho..
Y luego los que hemos conocido montevideando, como Selva, la fantástica cocinera del Rincón del Pescado, que nos ha hecho las mejores brótolas y abadejos de todo Uruguay. O Pepe, uno de los frecuentadores del local, quien nos ha contado historias curiosas, como que los uruguayos descienden de los que no tenían dinero para ir hasta Argentina: campesinos españoles y, especialmente, canarios, que llegaban desnudos porque no tenían ni para ropa (tal vez de aquí la humildad de este pueblo). O que aquí abundan los coreanos y los chinos que cumplen condenas de su país viniendo a trabajar a barcos pesqueros que no se mueven de aquí. O que un uruguayo come de promedio más de 90 kilos de carne por año. ¡Vamos a dejarlo bien claro, los uruguayos toman más mate y más carne que los argentinos!
Otro de nuestros encuentros memorables lo tuvimos con Miguel, un joven que vendía libros en la calle y que nos dio una lección magistral de literatura uruguaya, pasado por supuesto de los escritores más famosos: Benedetti, Onetti y Galeano. Así, nos introdujo en una veintena de autores más y en su obra. Cuando ya teníamos la cabeza como un bombo, a Mariona se le ocurrió preguntar por el contenido de la tesis que estaba haciendo. ¡Craso error! Nos habló de veinte filósofos, cuarenta dramaturgos y unas cuantas teorías e ideas propias complicadísimas sobre el concepto de autoría que estaba intentando entrelazar. También nos habló de que estaba pensando en crear una compañía del teatro de los objetos, dar clases a niños, estudiar dos años de Psicología y Educación… Durante casi una hora esperamos un segundo de silencio para poner fin al monólogo. Cuando al fin se dio ese instante, le recomendamos rápidamente que acabara cuanto antes su tesis antes de emprender nada nuevo, nos despedimos y huímos, exhaustos y aturdidos, con la cabeza como las maracas de Machín.
La Plaza Independencia con el Palacio Salvo al frente
Puro Verso, una de las librerías más bonitas de Montevideo
En el bizarro castillo del alquimista Pittamiglio, todo un personaje!!
Emulando a Benedetti y Galeano en el mítico Café Brasilero
Una botella de Medio y Medio y una buena brótola en el Mercado del Puerto para reponer fuerzas
Con Selva, la mejor cocinera de pescado de todo Montevideo
Provando disfraces en el Museo del Carnaval
Quíén es?
Ya veis el nivel...
Un simpático monstruito
Ventana engañosa
En el Teatro Solís
Y cómo no, un buen asadito con leña!
Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh....Ya sé que me repito, pero qué envidia que me dais jodidos!!!! Y qué asado, yo este finde me he comido uno parecido. En Barna ha aparecido, por fin, el buen tiempo, y en casa hemos inagurado la temporada de barbacoas ;)
ResponderEliminarMe encantan las fotos y veros esa cara de felicidad!!!
Petonets.
Guapa!!!
EliminarNos alegramos de que allí llegue el buen tiempo y de que os cuidéis!!! Nosotros ahora nos vamos hacia el Sur, a pasar un poco de frío... Se agradecen mucho estos comentarios y saber de vosotros!!! Ahora nos resultará un poco difícil hacer un post de la inabarcable Buenos Aires, pero se intentará... Un beso regrande!!!
me encanto tu diario, espero sigan viniendo por aca.. estoy a las ordenes para su proxima visita. abrazo
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario y por leernos! Ojalá tengamos pronto la ocasión de volver y conocer mejor Uruguay, un país del que nos gustó todo lo que vimos, pero del que lo que más recordamos es la calidez y amabilidad de la gente. Impresionante! Volveremos seguro, vamos!
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