Aunque le hemos dedicado poco tiempo, estamos muy
contentos de haber pasado por Venezuela y por Caracas, una ciudad que creíamos
peligrosa y poco agradable, y que en cambio nos ha roto todos los esquemas
preconcebidos y nos ha parecido uno de los destinos más interesantes del viaje.
Hay que viajar para ver las cosas por uno mismo.
Cruzamos a Venezuela desde Colombia en un taxi que se
encendía haciendo el puente, porque según el conductor había perdido las
llaves, y sin el aire puesto porque si no, no llegábamos a la estación de
servicio en Venezuela. Compartíamos asientos con unas simpáticas
contrabandistas de azúcar, arroz y gasolina (que compran en Venezuela a precios
subvencionados por el Gobierno de Chávez y venden luego en Colombia, donde
estos productos son mucho más caros) y la primera impresión que tuvimos de
Venezuela fue que este país era un Estado policial. En el taxi nos pararon tres
o cuatro veces para comprobar nuestra documentación. Por lo que nos comentaron
nuestras amigas, las innumerables paradas y revisiones, suponemos que sobretodo
en los trayectos que salen de Venezuela, van encaminadas a incrementar el
sueldo de los policías con el dinero de los sobornos por hacer la vista gorda.
El taxi nos dejó en Maracaibo, una ciudad de un calor
húmedo imposible, desde donde tomamos un bus nocturno a Caracas. En este bus
nos hicieron bajar a todos con todo el equipaje para someternos a un control
antidrogas en el que revisaron y abrieron absolutamente todas las bolsas. Por
lo visto, es algo habitual en todos los vehículos que provienen de la frontera
con Colombia.
Después de tanto control llegamos un poco destrozados a Caracas, donde además pudimos vivir en carne propia y con las mochilas cómo se pone el metro en hora punta, algo bestial a pesar de que los trenes pasan uno detrás de otro. Pero todos los males se nos pasaron cuando llegamos a casa de nuestra amiga Jose, donde ella y Leo nos recibían con un fantástico desayuno criollo a base de arepas, huevos y queso. Desde ese momento, y gracias a nuestros magníficos anfitriones y guías, podemos decir que hemos disfrutado y gozado de Caracas como de pocas ciudades en América del Sur.
Ante todo, la visita a la capital nos ha servido para
romper muchas ideas preconcebidas que teníamos de Caracas y Venezuela. Lo
primero que nos chocó fue la ausencia de miseria en el centro. Aunque las
cifras de asesinatos entre bandas y secuestros exprés son altas, al contrario
que en la mayoría de grandes ciudades latinoamericanos, en Caracas no tuvimos
ni sensación de inseguridad ni vimos mendigos, drogadictos ni gente tirada por
la calle. ¿Será esto consecuencia de la revolución bolivariana de Chávez? Y es
que lo que está claro es que en este país hay dinero, mucho dinero, un chorro
de dinero que sale cada día de la tierra en forma de petróleo y en cantidades
industriales. Una parte importante de esta pasta se ha estado invirtiendo en disminuir
las diferencias sociales entre pobres y ricos, algo insólito en los tiempos que
corren. Vimos como se estaban construyendo cantidad de pisos de protección
oficial en el centro de la ciudad. Por lo que nos contaron, tanto la sanidad
pública como la educación funcionan bien. Por otro lado, pudimos comprobar cómo
el Gobierno subvenciona productos alimentarios básicos (en algunos el propio
paquete indica: Hecho en socialismo) e incluso la carne para evitar problemas
de desnutrición. La pregunta sería, ¿se está haciendo lo suficiente?
En todo caso, Venezuela nos ha parecido un país
interesantísimo en cuanto a opción política, por ir completamente a
contracorriente del resto del mundo. Además hemos tenido la suerte de visitar
el país a un mes de las elecciones, con lo que todo el mundo te explica su
punto de vista y la discusión está a la orden del día. Y así hemos podido
comprobar también que hay muchísima oposición a Chávez, sobretodo entre la
clase media-alta y para arriba. Entre las críticas más comunes en todos los
sectores está lo relativo a la excentricidad, la radicalidad del discurso y el
populismo del personaje, exagerado en tantos sentidos. De hecho, esto es lo
único que los medios de comunicación nos hacen llegar a Occidente, sin
mencionar nada de lo positivo, y quien no visita Venezuela piensa casi que éste
es un país pobre y a la deriva. Pues va a ser que no. Entre las filas chavistas,
también hay quienes dicen que se podría haber hecho más, pero le van a seguir
votando porque creen que la alternativa de Capriles supone un viraje hacia los
intereses imperialistas norteamericanos y de las clases más altas.
Otra sorpresa agradable ha sido la cantidad y calidad de
la oferta cultural. Todos los museos en Caracas son gratuitos, ¡y qué museos!
El de Arte Contemporáneo es el mejor museo de esta índole de América Latina,
con Picassos, Calders y cantidad de obras buenísimas compradas con el dinero
del petróleo. Luego nos sorprendió la cantidad de parques y zonas verdes, la
ciudad es un vergel y está colocada en un valle rodeado de montañas. La
Universidad Central, en medio de la ciudad, es un conjunto de edificios abiertos
a la naturaleza declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y allí, en la
propia universidad, hay un pasillo lleno de películas, música y programas de
ordenador piratas. ¡Esto es Venezuela y la cultura es libre!
Caracas, eso sí, no hubiera sido lo mismo sin Jose y Leo.
Alojados en el enorme ático de un pintor en una de las mejores zonas de la
ciudad, con vistas a Caracas desde la ducha, tratados como reyes y dándolo todo
en los sitios más auténticos de la noche caraqueña en un Chevrolet de colección,
no podemos pedir más, y la verdad es que ya tenemos ganas de volver a esta
ciudad con una mala fama que no le hace justicia.
Simón Bolívar, omnipresente
patio de uno de los edificios del ayuntamiento
La elecciones se acercan y la ciudad está empapelada
entrada al Palacio Presidencial de la República Bolivariana de Venezuela
en el metro, cuando hay mucha gente, las personas hacen filas serpenteantes
las estaciones de enlace como Plaza Venezuela son un hormiguero todo el día
en el Museo de Arte Contemporáneo, en una exposición dedicada a la artista Gego y al arte cinético
En un edificio que no se acabó hoy se encuentra un barrio (favela) vertical
Pisos de protección oficial en construcción
De birras en el Callejón de la Puñalada, con salsa de fondo
Bolívar, Jesucristo y Chávez, los tres hombres del momento
El terror de Caracas
de marcha en un Chevrolet Malibú de colección
vistas de Caracas mientras nos duchamos
la Universidad Central, un campus estupendo de Carlos Raul Villanueva
A Xavi se lo llevan preso por mal estudiante
las palmeras y el verde están por todas partes
y a nosotros, a pesar de la resaca, todavía nos quedan ganas de pasarlo bien
Como son vacaciones, en la biblioteca están de remodelación y limpieza
Por la noche toca cena española
Con tortilla, vino chileno y delicias extremeñas
En el Museo de Bellas Artes no podía faltar una exposición de arte político
ni el recordatorio de la reivindicación del colectivo María Moñitos, que defiende que las tradiciones como hacer el casabe (pan tradicional) son hoy casi un acto político
hacia al centro por un camino de tierra
De visita al Bicentenario (supermercado de precios subvencionados) Como veis, aquí todo es popular y para el pueblo.
Comemos en la furgoneta del Gobierno. Dos arepas y un jugo a menos de dos euros.
Y por la tarde, visita al Parque del Este
¡donde hay un zoo gratuito! (recordemos que en el zoo de Barcelona un adulto paga 19 euros y un niño casi 12)
el Barça causa sensación en todas partes
pero lo que más triunfa es esta etiqueta: Hecho en socialismo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar