9 de septiembre de 2012

Caracas, una grata sorpresa en inmejorable compañía


Aunque le hemos dedicado poco tiempo, estamos muy contentos de haber pasado por Venezuela y por Caracas, una ciudad que creíamos peligrosa y poco agradable, y que en cambio nos ha roto todos los esquemas preconcebidos y nos ha parecido uno de los destinos más interesantes del viaje. Hay que viajar para ver las cosas por uno mismo.

Cruzamos a Venezuela desde Colombia en un taxi que se encendía haciendo el puente, porque según el conductor había perdido las llaves, y sin el aire puesto porque si no, no llegábamos a la estación de servicio en Venezuela. Compartíamos asientos con unas simpáticas contrabandistas de azúcar, arroz y gasolina (que compran en Venezuela a precios subvencionados por el Gobierno de Chávez y venden luego en Colombia, donde estos productos son mucho más caros) y la primera impresión que tuvimos de Venezuela fue que este país era un Estado policial. En el taxi nos pararon tres o cuatro veces para comprobar nuestra documentación. Por lo que nos comentaron nuestras amigas, las innumerables paradas y revisiones, suponemos que sobretodo en los trayectos que salen de Venezuela, van encaminadas a incrementar el sueldo de los policías con el dinero de los sobornos por hacer la vista gorda.

El taxi nos dejó en Maracaibo, una ciudad de un calor húmedo imposible, desde donde tomamos un bus nocturno a Caracas. En este bus nos hicieron bajar a todos con todo el equipaje para someternos a un control antidrogas en el que revisaron y abrieron absolutamente todas las bolsas. Por lo visto, es algo habitual en todos los vehículos que provienen de la frontera con Colombia.

Después de tanto control llegamos un poco destrozados a Caracas, donde además pudimos vivir en carne propia y con las mochilas cómo se pone el metro en hora punta, algo bestial a pesar de que los trenes pasan uno detrás de otro. Pero todos los males se nos pasaron cuando llegamos a casa de nuestra amiga Jose, donde ella y Leo nos recibían con un fantástico desayuno criollo a base de arepas, huevos y queso. Desde ese momento, y gracias a nuestros magníficos anfitriones y guías, podemos decir que hemos disfrutado y gozado de Caracas como de pocas ciudades en América del Sur.

Ante todo, la visita a la capital nos ha servido para romper muchas ideas preconcebidas que teníamos de Caracas y Venezuela. Lo primero que nos chocó fue la ausencia de miseria en el centro. Aunque las cifras de asesinatos entre bandas y secuestros exprés son altas, al contrario que en la mayoría de grandes ciudades latinoamericanos, en Caracas no tuvimos ni sensación de inseguridad ni vimos mendigos, drogadictos ni gente tirada por la calle. ¿Será esto consecuencia de la revolución bolivariana de Chávez? Y es que lo que está claro es que en este país hay dinero, mucho dinero, un chorro de dinero que sale cada día de la tierra en forma de petróleo y en cantidades industriales. Una parte importante de esta pasta se ha estado invirtiendo en disminuir las diferencias sociales entre pobres y ricos, algo insólito en los tiempos que corren. Vimos como se estaban construyendo cantidad de pisos de protección oficial en el centro de la ciudad. Por lo que nos contaron, tanto la sanidad pública como la educación funcionan bien. Por otro lado, pudimos comprobar cómo el Gobierno subvenciona productos alimentarios básicos (en algunos el propio paquete indica: Hecho en socialismo) e incluso la carne para evitar problemas de desnutrición. La pregunta sería, ¿se está haciendo lo suficiente?

En todo caso, Venezuela nos ha parecido un país interesantísimo en cuanto a opción política, por ir completamente a contracorriente del resto del mundo. Además hemos tenido la suerte de visitar el país a un mes de las elecciones, con lo que todo el mundo te explica su punto de vista y la discusión está a la orden del día. Y así hemos podido comprobar también que hay muchísima oposición a Chávez, sobretodo entre la clase media-alta y para arriba. Entre las críticas más comunes en todos los sectores está lo relativo a la excentricidad, la radicalidad del discurso y el populismo del personaje, exagerado en tantos sentidos. De hecho, esto es lo único que los medios de comunicación nos hacen llegar a Occidente, sin mencionar nada de lo positivo, y quien no visita Venezuela piensa casi que éste es un país pobre y a la deriva. Pues va a ser que no. Entre las filas chavistas, también hay quienes dicen que se podría haber hecho más, pero le van a seguir votando porque creen que la alternativa de Capriles supone un viraje hacia los intereses imperialistas norteamericanos y de las clases más altas.

Otra sorpresa agradable ha sido la cantidad y calidad de la oferta cultural. Todos los museos en Caracas son gratuitos, ¡y qué museos! El de Arte Contemporáneo es el mejor museo de esta índole de América Latina, con Picassos, Calders y cantidad de obras buenísimas compradas con el dinero del petróleo. Luego nos sorprendió la cantidad de parques y zonas verdes, la ciudad es un vergel y está colocada en un valle rodeado de montañas. La Universidad Central, en medio de la ciudad, es un conjunto de edificios abiertos a la naturaleza declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y allí, en la propia universidad, hay un pasillo lleno de películas, música y programas de ordenador piratas. ¡Esto es Venezuela y la cultura es libre!

Caracas, eso sí, no hubiera sido lo mismo sin Jose y Leo. Alojados en el enorme ático de un pintor en una de las mejores zonas de la ciudad, con vistas a Caracas desde la ducha, tratados como reyes y dándolo todo en los sitios más auténticos de la noche caraqueña en un Chevrolet de colección, no podemos pedir más, y la verdad es que ya tenemos ganas de volver a esta ciudad con una mala fama que no le hace justicia.



Simón Bolívar, omnipresente



patio de uno de los edificios del ayuntamiento



La elecciones se acercan y la ciudad está empapelada



entrada al Palacio Presidencial de la República Bolivariana de Venezuela



en el metro, cuando hay mucha gente, las personas hacen filas serpenteantes



las estaciones de enlace como Plaza Venezuela son un hormiguero todo el día



en el Museo de Arte Contemporáneo, en una exposición dedicada a la artista Gego y al arte cinético



En un edificio que no se acabó hoy se encuentra un barrio (favela) vertical



Pisos de protección oficial en construcción



De birras en el Callejón de la Puñalada, con salsa de fondo



Bolívar, Jesucristo y Chávez, los tres hombres del momento 



El terror de Caracas



de marcha en un Chevrolet Malibú de colección



vistas de Caracas mientras nos duchamos



la Universidad Central, un campus estupendo de Carlos Raul Villanueva



A Xavi se lo llevan preso por mal estudiante



las palmeras y el verde están por todas partes



y a nosotros, a pesar de la resaca, todavía nos quedan ganas de pasarlo bien



Como son vacaciones, en la biblioteca están de remodelación y limpieza



Por la noche toca cena española



Con tortilla, vino chileno y delicias extremeñas 



En el Museo de Bellas Artes no podía faltar una exposición de arte político



ni el recordatorio de la reivindicación del colectivo María Moñitos, que defiende que las tradiciones como hacer el casabe (pan tradicional) son hoy casi un acto político



hacia al centro por un camino de tierra



De visita al Bicentenario (supermercado de precios subvencionados) Como veis, aquí todo es popular y para el pueblo.



Comemos en la furgoneta del Gobierno. Dos arepas y un jugo a menos de dos euros.



Y por la tarde, visita al Parque del Este



¡donde hay un zoo gratuito! (recordemos que en  el zoo de Barcelona un adulto paga 19 euros y un niño casi 12)



el Barça causa sensación en todas partes



pero lo que más triunfa es esta etiqueta: Hecho en socialismo.


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